Dedicado a ese cuentero anónimo con asomo de locura y obsesión... que pobló esa banca en mis recuerdos. Tal vez algunos de sus escritos esté por aquí también.
En la esquina de la Av. Diagonal con La Paz, en Lima, solía haber siempre un hombrecito de traje gris ( pero no era el de la canción de Charlie García, porque éste llevaba barba hasta el ombligo y nunca lo ví avanzar de costado tampoco). El era el dueño indiscutible de aquél banco del parque. Es más: se había convertido a través de los años en parte del banco mismo debido a un proceso de ósmosis adquirido por su terca presencia en aquél lugar.
Llevaba año tras año, sentado exactamente en el mismo lugar, lo único que se movía en él era su sombra, que giraba y giraba al compás del sol y las estaciones del año, cual reloj solar. Se había tranformado en una estatua viviente, que el único signo vital que aún le quedaba latente era el de escribir y escribir y seguir haciéndolo a pesar de él.
Todos lo conocíamos como el "Loco de la Banca", que ya más parecía una fotografía tridimensional colocada estratégicamente en ése parque de la Av. Diagonal de Miraflores para promocionar algún evento literario que nunca parecía terminar de realizarse.
La curiosidad morbosa de los transeúntes les empujaba a cada uno a inclinar la mirada al pasar a su lado, para descubrir el misterio de sus escritos.
Una vez me atreví a hacerlo también, y pude ver que en una letra pequeñísima, él iba llenando millones de renglones, páginas y cuadernos, con ideas diminutas y sobrepobladas de sabe Dios que.
Nada ni nadie parecía ser capaz de inmutarle. Creo que había abandonado el mundo de los cuerdos hacía mucho tiempo,dejando que la ciudad girara en una órbita acelerada a su alrededor. Y el asumía el papel de eje ausente desde su banca.
Pero...qué escribía con tanta obsesión?... y para quién?
Veinte años han pasado desde esos recuerdos. En la última visita que realicé a la ciudad de Lima, pasé por aquel parque. Encontré la banca vacía. La estatua de él ya no estaba más en la banca que le hacía las veces de pedestal. Sólo quedaba el recuerdo aún del hombre de gris, sentado como siempre y escribiendo en mi memoria.
"¿Qué habrá pasado con aquel hombrecito gris?-le pregunté con melancolía a un amigo de mi infancia- "Ya nunca resolveremos el misterio de sus escritos..."
"Acaso nunca supiste?"-me respondió con una media sonrisa -" El Loco de la Banca" era un cuentero como tú, y dicen que rompió un record de cantidad de cuentos colgados en una página de la internet un buen día. Y que (por fin) luego de lograr cumplir con aquel reto le escucharon reírse a carcajadas por primera vez, todos los que pasaban por ahí.."
"...y entonces? ya no escribe más?..."-le interrumpí ansiosa por saber más-" ...dejó de escribir obsesivamente desde entonces acaso?"
"Así es "- me respondió mi amigo- "ahí mismo y en ese día, escribió su última palabra, y liberó su última alegría." |