Llora cada noche, yo no le puedo ver pero eso una madre lo siente aquí y aquí y aquí..., entonces también lloro y mis lágrimas son escuchadas por toda esa gente que vive en este cuartito. Si, somos como una familia, una inmensa familia, yo no les había visto nunca pero esa necesidad de afecto y apoyo nos convierte en familia, a alguien tendremos que dar todo eso que guardamos, no sea que se caduque y dejemos de sentir. Son buenos, compartimos todo esto que parece tan poquito. También tienen ganas de abrazar a mi niña y acariciar esa larga melena que prometió no cortar, la quieren casi como yo, casi como a mi, desde que vieron su foto saben de mi alma incompleta. Cuando escuchan mis lágrimas vienen veloces a traerme abrazos y dulces. Yo les digo que abrazos si, pero que los dulces saben a sal sin el brillito de mi niña. Entonces sacamos todos los papeles y los contamos, ya están todos, miramos el calendario y cada vez queda menos para pedir reagrupación, cuando me dijeron que tenía que estar un año de residente se abrieron las calles y se desgarraron mis ilusiones, pero ya casi está. Ahora, me dijeron que tengo que buscar otra casa, que esta no es suficiente para tantos, es muy costoso pero ya la encontraré. Entonces al pensar esto lloro más, se que ellos no podrán vivir con mi niña y eso me duele. Me dicen que las lágrimas estropearan los papeles pero no dejo de llorar, mi niña llora y su corazoncito no entiende de papeles ni de gente hacinada, ni de hambre, ni de lejos. Aunque creo que eso último lo empezó a entender, y llora. |