Llevaba puesto un lindo vestido floreado celeste y lila, algo ligero.
Iba caminando como si volara, daba vueltas y cantaba una melodía muy dulce. Desde la mañana que repetía la misma canción, que sin embargo le parecía bien conocida, la cantaba jovial, con eneergía.
Él niño la miraba desde la cocina, se asomaba para ver a esa ya extraña señora que se miraba frente al espejo, que con tanta gracia movía sus muñecas, pasando debilmente el rimel sobre sus pestañas, dejándo sus verdes ojos intensos. Como disimulando todo el periodo sombrio anterior.
Sus mejillas ese día, y su pelo, tenían brillo propio, su sonrisa estaba más real y fuerte que nunca.
El niño al escucharla cantar recordóque no la sentía así desde su cumpleaños número tres. Recordaba que eran ya casi las ocho y nadie había llegado, cuando, después de ponerse el pijama aparecieron sus abuelos, su tía y sus padres frente a él. Y ella más que nadie, le cantaba con su hermosa voz ''cumpleaños felíz mi niño Tomasito''...
Pero ahora no tenía tres años, tenía 9, y sus padres no los veía juntos cantarle elcumpleaños felíz hace siglos, le parecía.
Aún no terminaba su cereal cuando su madre se aproximó a él y besandolo en la frente le dijo
- Te amo hijito, ya verás ue pronto te daré una buena sorpresa, te va a gustar
La mujer tomó su bolso y se marchó, cerrando la puerta.
El el refrigerador había una nota que decía ''La niñera llegará mientras estas en el cole, déjale estás llaves bajo el choapino''.
Se entristeció. Estaba tremendamente felíz por su madre, pero no podía estar tranquilo sabiendo que esa alegría no era por él.
Pensó que la niñera tardaría en llegar, quedaba media hora aún para que tocaran en el colegio.
Dejó su plato en el lavadero y abrió la llave unos segundos. Se cepilló los dientes y sintió el citofono, anunciando el bus que lo venía a buscar.
''Quiero a papá'' pensó, tomando su bolso mientras dejaba las llaves debajop de la alfombra como dijo su madre. cerró finalmente la puerta.


Los niños gritaban y saltaban de manera que le desesperaba, a él tambien no le gustaba jugar, pero no ese día, porque se sintió invisible toda esa mañana para su madre, no lo soportaba.
Una pequeña niña se sentó a su lado en la banca, tenía una muñeca de trapo en las manos, con un tajo en el estomago. Ella estaba llorando.
- Que pasó?- le pregunto Tomás
- Es que...- dijo al pequeña niña sollozando- Un chico de mi curso dijo que era una muñeca fea, igual que yo, muy fea y que debía morir, y le enterró sus tijeras en su panza
La niña quebró en un llanto inocente y desilucionado.
Tomás la miró y le dió unas palmaditas en la espalda, y sonriendole le dijo :
-Tranquila, yo la curaré. Solo debes darmela y yo me encargo de todo. Si quieres hasta le puedo ahcer un nuevo vestido
La niña calmó su llanto, consolandose
- En serio? - sonrió
- Sí, yo soy doctor de muñecas
La niña sonrió a más no poder, y lo abrazó agradeciendole tanto por esto, por ayudar a su enferma muñeca.
El niño la tomo d ela mano y le dijo : Vamos, ve a secar tus lagrimas y lavar tu cara.