Me levanté aquel día con la certeza de que te iba a perder, no era como otras veces ese miedo sin sentido que me atenazaba en la tripa y me creaba un nudo. No, era una certeza, no sólo porque hubieramos discutido, porque discutir lo haciamos muchas veces y nunca tenía importancia.
Lo había visto en tu mirada, en el reproche que tratabas de ocultarme tras tus gafas, en la forma en que evitaste tocarme.
Asi que no desayuné, no me sentía con ganas y sabía que no iba a poder retener ningun alimento.
Te miré mientras te vestías para ir a trabajar, parecías tan tranquilo como cualquier otro día como si no hubiera pasado nada. Pero tus ojos azules no me miraban como todos los días, me huías la mirada.
No soporté el denso silencio y encendí la radio, al menos podría recordar tu marcha cuando escuchara la canción que sonaba, pero tu la apagaste con un gesto brusco y me miraste serio, muy serio.
- No aguanto más, no puedo seguir asi, me marcho. - Dijiste exactamente eso, nada más y saliste por la puerta con el nudo de la corbata suelto y sin afeitar.
Y allí me quedé yo, sin poder llorar porque ya no valía la pena, sin saber cuando había cometido el primer error, cuando había empezado a perderte.
También pensé en tu amigo Sergio, en las bromas que haciamos porque le veíamos tan enamorado de mi que nos causaba una risa tonta e interminable, en la noche en que bebí mas de la cuenta y le dejé besarme, besarme y sabe Dios que más le dejé.
En la noche en que empecé a perderte. Un error, me di cuenta enseguida en cuanto escuche tu voz preocupada porque no había vuelto a casa y me prometí que nunca más.
También le hice prometer a Sergio que no te contaría nada, pero supongo que no pudo soportarlo.
Y entonces discutimos, porque yo no te lo había contado, no tenía ninguna importancia claro, porque no había sido sincera, a saber cuantas veces te había mentido. Intenté quitarle importancia, convencerte de lo mucho que te quiero y que me importas.
Y te fuiste. Con el nudo de la corbata suelto y sin afeitar. No has regresado. Sabía que no lo harías pero en el fondo guardaba la esperanza de que lo hicieras. No has regresado. Y yo todavía no he podido llorar. |