Tema propuesto: El pan de cada día, una versión diferente al anterior


MIENTRAS ABAJO


A la Estación de trenes a llegado ese anochecer, a despedir a la morena nortina que marcha hacia el exilio en su propio país, un año encarcelada en la perla del norte, un año para sanar las heridas de su cuerpo, ya que las del alma dormirán con ella hasta siempre.
Será la última vez que la verá, en ese tren se marchó su amor para no regresar, ambos sabían que esa despedida era eterna, allí se murió el amor. Lo que si puede ocurrir es que nazca de nuevo en otro lugar y con otros ojos.

Cuando se estacionó en la ciudad marina, ocurrió, llegó el amor nuevamente. Ella, en su taller confeccionaba ropa a las mujeres lindas o reparaba las que habían quedado o muy sueltas o muy apretadas por el excesos de kilos que se les acumulaba por acá y por allí. Él, fotógrafo a tiempo incompleto. Bodas, bautizos y graduaciones, además en los días de semana en el cuchitril donde llegaban quienes necesitaban alguna foto para currículos o carnés de diferente tipo.

Juntaron sus vidas allí en ese departamento en un segundo piso, lo malo, los cerros no dejaban ver el mar, lo bueno, olía bosque marino.
Cada madrugada, algún camión amanece estacionado bajo la ventana, cargado de trozos de eucaliptos u otras maderas hechas leña, partidos los troncos por cuñas de acero golpeadas con pesados martillos, al primer o segundo golpe del acero, se abre el tronco, rajándose de un a otro extremo, tal y como se abre el sexo de ella al embate viril y vital de su amante amor cuando al amanecer buscan el orgasmo tan extraño y casi desconocido en ella.

Mar, amor y bosque, ¿Qué más se podría esperar?, el verano se acaba, el calor ahumado de eucaliptos, hualles, espinos hace que el amanecer sea tibio e incite al amor, a compartir los días con el optimismo que él perdió hace un par de años. Para el fotógrafo el amor renació y, ese departamento es un remanso de paz en medio de tanta tragedia, afuera el día y la noche huelen y tienen color de muerte.

Vive a concho la vida, se la traga en cada respiro, en cada copa de vino que comparte con la mujer, la vida es como el humo que asciende al cielo porteño, a veces suave, liviano, casi invisible; otras es negro y espeso pero, siempre huele, se cuela por la ventana y se mete en el cuerpo, y el alma de los amantes que comparten la vida segundo a segundo. El último día llegó una carga de leña verde, el humo se hizo demasiado oscuro y espeso, tal como sus pesadillas, se ve rodeado por la soldadesca, o en el calabozo, ve a la novia en la sala de tortura siendo violada por uno y otro, se siente vaciado por el corvo asesino y, grita, su mujer lo acaricia hasta que pasen, espera la calma, para reintentar el descanso, que no se hace presente.

La noche estuvo movida, el toque de queda, los balazos son normales en la anormalidad, pero, hubo ruido de pasos de alguna patrulla, gritos de ¡Alto! en la plaza, a pesar de haber más de una cuadra, con lo silencioso de la noche se escucha.

La mañana despierta con el sol en el oriente y a la ventana asciende un olor dulzón, pareciera que abajo se quema algún trozo de palo santo, es como si se quemasen muchas varas de incienso, incita al misticismo y, también a la alegría y hay alegría en los ojos morenos de ambos. Hay razón, buen motivo.

- Chocolito -dice ella, oye chocolito –le da un codazo por las costillas, - no fuerte
- ¿Qué ocurre? Déjame dormir un ratito más, ¡ya poh!, no seas pesada.

- Oye…despierta, es importante, así que despierta de una vez o te lavo la cara con el agua del florero.
- Ya, ya mujer, cuéntame. Oye, huele bien el humo.

- Sabes? –pregunta ella, con una tenue sonrisa
- ¿Que hay?, como voy a saber si no me dices.

- Pajarito. ¿No te has percatado?
- Que estás linda, te ves rica, el ambiente huele a incienso, que hay sol, que se oye el mar. Que te amo, que me amas ¿Qué más puede haber ocurrido de lo que no me he enterado?

- Hombre! al fin y al cabo –tercia ella. No hay regla este mes
- ¡QUE!

- Si, no hubo regla y ¡vas a ser padre!
- ¿Serio?

- Si, muy serio, vas a ser papá.
- Ejaleeeeeeeeeee, amor, amor, Gracias. –dice él, la abraza, la besa, labios, ojos y vientre besa alegremente.

Huele, huelen el aire. Dice el “hoy queman maderas chilenas, huele a bosque mujer, huele bello, huele a hija o hijo”

Mientras abajo en la panadería se cuece “el pan de cada día” esa mañana se dora en los hornos y, huelen a vida nueva.

Curiche Abril 2006