Llegaba San Martín a Guayaquil con una especial expectativa. Sabía (aunque por su personalidad jamás lo iba a admitir) que allí se iban a encontrar los dos hombres hoy por hoy más importantes de la América del Sur.
Y que algo muy positivo tendría que nacer en esa entrevista.
- Salud, chamigo Bolívar, qué alegría poder conocerlo y tenderle mi mano.-
- Igualmente, mi General. Al fin se cumplieron mis deseos de conocer y estrechar la mano del renombrado General San Martín.-
- Así es, así es… Che, le presento a Rufino Guido y Salvador Soler mis asesores en muchas cuestiones…-
- Encantado señores, Simón Bolívar a sus órdenes.-
- Qué buen gusto el de su oficina, Simón, realmente hermosa. No le molesta que lo llame así, directamente Simón, no..?-
- Que vá, General. Yo también lo llamaré José.-
- Como le decía, linda la oficina y linda, por lo que vi hasta ahora, la ciudad de Guayaquil.-
- Y si…, pero nos falta mucho todavía. Y si la comparamos con las ciudades europeas, ni que hablar.-
- Eso es verdad, pero comparando con Puna, donde desembarqué, se nota la diferencia.
- A propósito, José, cómo viajó..?-
- Bien, gracias. Embarcamos en el Puerto de Callao en Perú y desembarcamos en Puna. No es precisamente un viaje de placer, pero se soporta.
Recibí sus cartas Simón, y le agradezco mucho sus conceptos… En realidad en Perú recibí la primera, las otras dos recién me las entregaron en Puna cuando desembarqué.-
- Y si…, suele ocurrir.
Bueno José, si no le parece mal podemos charlar sobre los temas que nos ocupan, no es cierto..?
- Pero por cierto, chamigo. Vos Rufino esperá afuera por si preciso algo y vos Salvador podés irte no más y tratá de ver si llegó alguna novedad desde Perú.-
Era el 22 de septiembre de 1822. Estaba a punto de comenzar uno de los más importantes hitos en la gesta libertaria de los pueblos de América. Hubo un antes y un después en la historia de la emancipación, a este encuentro. Eso sí, a puertas cerradas. Sin testigos.
- Lo tengo que felicitar, Simón, me enteré que en Quito le han rendido los más altos honores militares y que además le levantaron una pirámide con inscripciones y todo.-
- Si, es verdad. Y bueno…, la verdad es que nos la hemos ganado. La guerra de Colombia fue larga y difícil. El cruce de la cordillera, Boyacá, Carabobo, la toma de Caracas, Nueva Granada, qué se yo…, pero la independencia de esta parte del norte, creo yo, está ya asegurada. Usted en cambio, tiene un flor de despelote allá en Perú, no es cierto..?
- Ni me hable, ni me hable…
Pero una cosa, che, antes de seguir hablando. Estamos los dos solos aquí, no es cierto..? Por qué no nos tuteamos, que tanto joder, si al final vinimos de Europa a cumplir los mismos fines, no..?-
- Grande José..! Tenés razón…-
- Volviendo a lo nuestro, es verdad, lo de Perú es un kilombo infernal. Además en Buenos Aires este tipo Rivadavia ni pelota me da, y no me manda la guita para hacer frente a los gastos. Y te digo…, peligra la emancipación que tanto me costó conseguir allá por septiembre del año pasado.-
- Si, ya me enteré, por eso es que en mi primera carta te ofrecí mis tropas por si las necesitabas por esos pagos. No te vayas a creer que esto es un nido de rosas, pero creo que ya nada raro puede pasar. Lo mismo en las Provincias Unidas y Chile, pero lo que es Perú…-
- Sí, es un despelote. Para colmo lo dejé a cargo a Torre Angle y éste no tuvo mejor idea que nombrar a Monteagudo como ministro de gobierno. Tengo un miedo de que se pudra todo…-
- Bueno, mirá, en lo que te pueda ser útil, ya sabés. Esto es un ofrecimiento oficial que te hago. No te olvides la misión que nos encomendaron desde Inglaterra cuando nos vinimos para acá.-
- Bueno, pero ves..?, eso es lo que me da bronca. Las logias de Londres nos encargaron a vos por el norte y a mí por el sur, liberar a los pueblos del gobierno español, porque nos consideraban los más idóneos. Hasta aquí bárbaro. Vos cumpliste y yo estoy cumpliendo. Pero ahora a mí los mismos ingleses, vía Bernardino Rivadavia y Manuel José García, me hacen la vida imposible y no me mandan un mango..! Con decirte que el único que me apoya es Gascón…-
- Si, la verdad es que estos son tipos muy jodidos. Y vas a ver que en cuanto los países de América estén totalmente libres del poder español, ya se las van a ingeniar para colonizar ellos. No sé si no nos usaron… Yo también me las ví mal, no te olvides que si no hubiera convencido a Francisco de Miranda para que se viniera de Europa para acá, todo esto se iba al carajo.-
- Y si… Además estuviste en cana. En Cartagena, en Jamaica…
- Ni me lo recordés…
- Mirá, no me queda otra. Yo liberé a las Provincias Unidas y a Chile. Estoy haciendo lo que puedo en Perú. Si los ingleses nos usaron o no, no lo sé, pero ya no podemos volver atrás. Vos liberaste a Nueva Granada y la Gran Colombia. Ya sé que te costó un huevo, que tuviste disensiones internas, que en un momento se te agotaron las fuerzas y todo eso…, pero hoy por hoy estás en una situación mucho más ventajosa que la mía. Y además lo tenés a Sucre como lugarteniente. Y ese sí que es un león…-
- Sí, es un capo el tipo…-
- Fijate como serán en Buenos Aires que lo mandé personalmente a Gutiérrez de la Fuente y ni lo recibieron..! Sabés que me mandó a decir Rivadavia..?, que el dinero que había era más necesario para otras cosas y no para liberar al Perú, qué tal..?
- Bueno, vamos a hacer una cosa. Vos volvete al Perú. Fijate cómo anduvo la cosa con Torre Angle, y tomá de nuevo la manija vos. Ya te nombraron protector. Seguro que ahora te ofrecerán el cargo de presidente…
- Ni en pedo agarro…-
- Pero sí, José…, tenés que agarrar. No te olvides que La Serna está ahí agazapado y es un peligro. Mi idea es entrar con las tropas y ponerlas a tu disposición. Tengo número suficiente de soldados, no me falta plata y, los más importante, no dependo de Rodríguez ni de nadie del gobierno de Buenos Aires.-
- Dejame pensarlo un poco…, no lo de las tropas, pero eso de ser presidente…, qué querés que te diga..?, no es para mí.
Ché, Simón, cambiando de tema, mañana tenés mucho que hacer, o podemos seguir con el tema…? Porque te juro que estoy agotado…, este viaje me mató. Encima ya vengo medio jodido desde que crucé los Andes. No pude reponerme todavía.
- Uy, uy..!, ya son casi las cuatro de la tarde. Cómo pasó la hora..! Tenés razón.
De Diego..!, conducí al General a sus aposentos… Y mañana la seguimos, pero en mi casa, de acuerdo?-
- Gracias Simón…-
- Chau, José. Hasta mañana. Ya está todo previsto para el aseo y la cena. Qué descanses. Ah…, y pensá lo que te dije.-
Esa noche José de San Martín durmió como un bendito. No había sido precisamente de placer, como él dijo, el viaje en barco desde Callao a Puna y luego en carruaje desde Puna a Guayaquil.
No pensó en nada. Simplemente durmió.
Ya tendría tiempo al día siguiente de seguir con el tema.
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