A cantar como la soprano del silencio
Teatro abierto en el viento abrigado

Es esa voz que rengueando
llega a marcar su rostro en el vidrio
de mis anteojos paralizados

Llegará a lo alto con su camisa de fuerza
chocando contra las paredes desafortunadas
del sentimiendo aliciente y precavido

La alegría en do re mi
el llanto en fa sol la
el Si solitario permancerá
hasta que no lo escuche en mis oídos elípticos

Caerán las notas como hojas
los tonos de la voz que se desgarra
y que peina entre gritos
su desafinación sudorosa

Es ese mi canto, mi canto de ahora.
¡Señores!
¡Tengan el placer de olvidar su vida unos instantes!
¡Señores!
¡Tengan el placer de llorar con la vida que se les devuelve!

La escala se caerá como emperatriz solitaria
en las catacumbas de un rugido,
hogar violado como corazón deshabitado

La escala será abismo
dolerá el trotar de los labios
reclamará una suerte incompetente y arisca
mientras más se desviste la grieta del aullido
Fatal la caída, fatal el abismo
Solo por soñar como escala que habitó
las voces y las mentes desencantadas
siniestras como crepúsculo mal ubicado.

La escala será mentira cabalística
simulando coleópteros en los
lares destruídos por cínicos
solitarios que levantan las
faldas de los cerros
miserables en su descarga oral de
resquemores amarillentos
Dóciles nunca fueron sus pesadillas ni sus sueños

La escala víctima de los pesos de una historia
dominada por el conjuro de ciertos encandilados,
reptíles serenados o gusanos erguidos,
misántropos en desuso como la razón y el mausoleo
Fascinante es la inseguridad de la mentira,
soltera como la mirada que aún tienen mis ojos.
La que aún nadie ha destapado del invierno,
sigue en la tormenta y en la antigüedad del corazón abierto.