Me preguntáis si he amado hermano. Si, he amado con la mayor locura que le es posible al ser humano y con un sentimiento tan grande que se desbordaba de mí pecho.
Yo era un mozalbete para quien el capullo de la vida comenzaba a florecer, cuando ella apareció y de inmediato quede prendado, ¿amor a primera vista? Pues si, es el único nombre que se me viene a la cabeza para describir esa sensación, o dime tu si alguna vez no has sentido lo mismo sin podértelo explicar.
A partir de entonces caí en el torbellino de la pasión, de aquellas noches febriles en las que derrochaba mi juventud, donde conocí el placer sublime de dos enamorados, éxtasis profundo, origen de la humanidad.
En algunas ocasiones llegue a pensar que era un sueño, pero al despertar me encontraba en la mas perfecta realidad.
Sin embargo mi vida no era un cuento de Walt Disney donde el final siempre es feliz, y el día menos esperado comenzó el terminarse, inexorablemente nuestro cariño fue decayendo, se acabo la relación que yo creía indestructible; que iluso fui. Hasta que todo estuvo consumado, un rayo de ecuanimidad me hizo preferir un final corto y misericordioso, de esa manera te deje ir, se escapo el amor de mi vida.
Largas noches he tratado de descifrar los intrincados caminos del amor sin ningún resultado, quizá por eso es amor.
Y que si todavía la amo, ¿sabes que es lo peor de que se “acabara” nuestro amor? Que para mi mala suerte el mío por ti todavía me ilumina como en aquellas noches que ahora son de recuerdo, mientras mi alma frágil se hunde como un barco de papel en el agua; pero ya esta bien, tal vez sea el momento de odiarla, de sepultarte, de acabar con mi despecho, pero sabes, cuando un hombre escribe por despecho es cuando mas arde nuestro corazón.
Ahora estoy mejor, el tiempo es el remedio de las cosas perdidas, el amor y yo hemos declarado una tregua: el para preparar su próxima embestida y yo para resistirla. Es en mi trinchera donde escribo esto para limpiar los últimos rescoldos de tu adiós.
|