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Es inevitable que luego de compartir mucho o poco tiempo con una persona sientas que esta no satisface todos los aspectos de tu vida; es decir, somos eternamente inconformes con respecto a todo, pero aún más con respecto a las relaciones. Necesidad de absoluto o simplemente una vocación por la perfección que te venden los medios de comunicación, pero que es imposible encontrar en la realidad.

Obvio, la única solución es la infidelidad: creer que estás con una sola persona que cambia su manera de ser, su vestir y hasta su apariencia por algunos momentos o días o lo que sea, pero que restablece el equilibrio que necesitas en tu vida.

Aparentar que sales con la misma persona no es nada original, pero es más interesante si las dos tienen un parecido y las llevas al mismo bar; mejor si es uno al que vas con alguna frecuencia. Hablas con la cantante – única forma en que accede a cantar las que te gustan – y ella se alegra de verte con M..., creyendo que es la misma con la que has venido en ocasiones anteriores. Te sientas en la misma mesa de siempre, un poco cerca de la barra para que el mesero encienda tu cigarrillo – la maravilla del servicio – mientras ella sonríe y sus ojos hacen que tus preocupaciones se vayan a dar un paseo al parque. Pides al mesero dos cócteles, y recuerdas lo bien que se siente estar con esta mujer inasible, que no se compromete y que te promete una felicidad etérea, vaga, sin seguridades: hoy lo dejó a El plantado por salir contigo, pero la próxima semana ignorará tus llamadas, y de alguna manera eso no te importa con tal de pasar estos momentos con ella.

Volver a la semana siguiente con D... y repetir un ritual similar, la cantante se alegrará nuevamente y accederá a cantar las canciones que le gustan a ella. Saludaras a los meseros y pese a la infidencia de alguno de ellos – que le dirá que si desea fumar hoy también (nunca fuma) - ella lo tomará como una broma y seguirá ajena al juego aunque con otro estilo; deseosa de compromiso, palabras definitivas que tu quisieras brindarle, pero que pese a todo no puedes pronunciar.

Y al final se siente como si estuvieras con una sola persona de dos caras, como Jekyl y Hyde pero creado por el elíxir del licor, la música y la noche.

Aunque no siempre es así de sencillo y terminas con el remordimiento de no tener ninguno en absoluto y sentir que por un lado dejas que te desgarre el corazón una mujer insensible - ¿O será que simplemente no siente lo que tú quieres? - y otra que está volcando en ti toda la responsabilidad de su vida y es una carga que no quieres llevar a cuestas.

En fin, si esto tuviera una solución inteligente o que se pudiera llevar a cabo no estarías escribiendo esto a media noche.

Texto agregado el 09-12-2003, y leído por 162 visitantes. (2 votos)


Lectores Opinan
02-06-2005 te deberían votar un poco más rach
 
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