Rescato, en verdad, mi caminata de la tarde
desde La Moneda hasta mi casa,
pensando en ti.

Tal vez pasar en medio de banderas
puso en mi mente la palabra patria
y pude reconocer tu perfil sobre el mapa
que mal pretende
representar nuestra naturaleza,
nuestra tierra.

Pude ver tu pie de bailarina en Tierra del Fuego
y el tobillo en Punta Arenas,
elevándose seguras y torneadas tus piernas,
tus muslos,
entre islas tu figura,
hasta posarse tu vientre desnudo
en los lagos y en los bosques.

Imaginé en un arco quebrada tu cintura,
enlazada por el Bío Bío y sus afluentes
y tu torso que yo encuentro tan hermoso,
recostado en los valles
en las más bellas flores de este suelo.

Imagino tu cuello y tu rostro
contrastando con el tono del norte,
de la pampa,
con tu pelo agitado por el viento de la tarde.

Imagino también el gesto suave y amplio
de estirar tu brazo hacia lo alto
y con ello cubrir de extremo a extremo tantos lugares
donde he ido dejando mi trabajo.

Y ocupados estos cinco mil kilómetros de mapa
por tu cuerpo,
cuando empieza a girar la bailarina,
ya no importa el fondo del paisaje,
sólo importa la sonrisa de tu alma,
que me llena, que me exalta.

06-03-06