Una historia más.
Bueno, antes de todo voy a describir un poco el lugar para que más o menos entiendan la historia.
Tengo un pequeño restaurante (no de mi propiedad) en la playa en pleno paseo. Como suele ocurrir en muchos pueblos más o menos grandes en invierno todo se queda desierto, por allí no pasea ni cristo y por ello como se supone los robos y tal están a la orden del día, aunque normalmente no hay nada de valor, pero… es así.
El restaurante tiene los aseos en la parte trasera del local y no se comunica con este, es como si fueran independientes. Son dos aseos bastante grandes con una especie de descansillo a la entrada que da acceso a las puertas de unos 3 metros. Este descansillo esta techado, por lo que la juventud (que son los únicos que habitan la playa en invierno) lo utilizan para sus fiestas del botellón.
En noviembre recibo una inesperada llamada de mi ex, me dice:
--Te dije que yo no me ocuparía de nada del bar, pero quiero avisarte que tienes un mendigo viviendo en los aseos, tendrás que hacer algo ¿no?, llamar a la policía o algo para que lo tiren, o si quieres por esta vez me ocupo yo.
Como su tono de voz fue de superioridad y desprecio le conteste que yo me haría cargo de la situación.
Al día siguiente fui a dar una vuelta y conocer a mi nuevo inquilino. Era un señor de unos 55 o 60 años, no sabría decir, que ciertamente era vagabundo. Los alrededores la verdad es que estaban un poco desastrados con tantas cosas como acumulaba. Tenía una mesa con varias sillas, un hornillo para hacer la comida, fruta, agua, vasos, platos, cazuelas, un perro, bueno, en definitiva un campamento.
Cuando vio que me acercaba salio para hablar conmigo, enseguida me dijo que si quería que se fuera no tenía más que decírselo. Yo me quede mirando el desastre y le comente que a mi no me importaba que se quedara siempre y cuando mantuviera limpio el lugar. El me contesto que si, que lo limpiaría todo y así me encamine al coche dispuesta a marcharme.
Ya había puesto el motor en marcha cuando aun no se ni porque baje del coche, me acerque y le dije, he pensado que si le abro uno de los aseos por lo menos podrá guardar sus cosas y dormir con la puerta cerrada, mas que nada por el frió y tal.
El no sabia ni que decirme, me comento que la policía le había dicho que me llamarían para ver si quería que lo desalojaran. No se preocupe, le conteste, como ya le he dicho mientras esto se mantenga limpio no me importa.
Le he dado las gracias un montón de veces, pues por el no me han robado ni una sola vez este invierno. No es que consigan robar porque esta la alarma y todo, pero eso no impide que te rompan las puertas y destrocen los ventanales.
Ahora ya llega el momento de comenzar de nuevo la campaña y se ha buscado otro lugar para pasar el verano, pero los dos hemos quedado de acuerdo que al finalizar volverá a tener su “casa” para poder pasar el invierno.
Bien pues esta es la historia que quería contar, por cierto yo le llamo Don Felipe y el me llama Doña Pilar
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