Tic...tac...tic...tac...RING!!!
Con los ojos rojos, la piel resbalosa, los sueños inconclusos, las horas que se vienen encima como una avalancha de presión sobre los hombros amoratados, sobre los hombres amontonados, las manos temblorosas hacen que ese reloj (regalo de tu vieja) salte contra la muralla, como represalia a la falta de tino.
Los pies caen sólos sobre el piso, ese témpano de hielo que quiebra tus huesos al primer contacto, ese piso que sostiene tu vida (pero no tus lamentos), ese piso de metal fundido en verano y de roca pulida en invierno, ese maldito piso.
Los dedos que tapan los ojos, como ocultando el destino irrevesible, son el mejor telón para dejar correr la película de tu vida (apúrate, se te hace tarde...):
- Ni fú ni fá. Cambiaste libertad por dinero.
¿Qué hiciste, gil...?
La vida se te desmorona poco a poco, llevándose consigo los amaneceres y crepúsculos de ese huracán que solías ser cuando chico.
¿Te acuerdas de esa bicicleta desteñida que guardabas en el patio, esa que nunca usaste porque te decías "mañana la estreno...", o esas monedas que tu abuela te obsequiaba y que tampoco empleaste por la carga emocional...
¿Qué hiciste, gil...?
Recuerdas cuando esa niña, si, ESA niña que tanto te gustaba en el colegio te escribía cartas de amor, y tú se las devolvías corregidas, furioso por la poca preocupación ortográfica. O cuando te sacó a bailar, y te pusiste a llorar porque te daba vergüenza...
¿Qué hiciste, gil...?
Es cierto, tu cabeza-calabaza nunca oyó la voz de ese músculo sangrante que tienes en el pecho que sólo recuerdas cuando te lo tomas al cantar el himno patrio. Esa patria que sólo ha logrado estresarte y hacerte más miserable, esa patria corrupta, carcomida e hipócrita que sangra una vez al mes tu sueldo lleno de lágrimas y sudor (no, sexo no)
Se te va la vida, se te va...
Se te van los minutos también.
¿Viste qué hora es? Se te hace tarde.
Sécate las lágrimas y deja que el agua se las lleve para que se vaya por en desagüe, como a tu propia existencia.
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