No sabia ni entendía por que, solo debía hacerlo, su cuerpo se llenaba de satisfacción morbosa cada vez que le veía llorar, el verla desesperada y llena de incertidumbre le provocaba un inmenso placer que lo dejaba sonriendo por días enteros hasta que se le ocurría otra manera de agredirla, así poco a poco se volvió para el casi un deporte, una de sus artimañas preferidas era esparcir fibra de vidrio en su banca que al sentarse se clavaban en sus piernas provocándole una gran picazón que la obligaba a rascarse hasta dejar enardecida el área, no había nada mejor que verla llamando a la maestra que desesperada y sorprendida por la piel rojiza de sus piernas la llevaba a la enfermería, sin explicarse el por que de las heridas… El lo gozaba, lo hacia sentirse poderoso, nadie sabia de sus fechorías pues cada una de estas las desarrollaba con sumo cuidado y siempre a hurtadillas, se había vuelto casi adicto al dolor de la niña que a su vez ignoraba la malévola manía de su compañero de clase.
Su deseo poco a poco se tornaba mas peligroso, cuando podía acercarse entre el tumulto que se armaba en la hora del recreo le picaba con alfileres la espalda, le metía una zancadilla y si esta caía le pisaba cualquier parte que quedara al descubierto, nadie sospechaba de el, solo observaban como la criatura se levantaba llorando de dolor que se incrementaba por la incertidumbre de no saber quien o que era lo que le provocaba tal y tan frecuentemente.
Llevando a cabo una investigación profunda el malvado niño creo una inyección que contenía potentes venenos para rata que había conseguido en su casa, a esto le agrego jabón para platos y alcohol, planeo con cuidado como la abordaría, ese día tendrían deportes y se ofrecería a ayudarle con el equipo puesto a que ella era la asistente asignada del profesor, así ya estando solos le encajaría la aguja en el cuello inyectándole el fatal contenido, lo haría poco a poco, el solo imaginarse a la niña escupiendo espuma o convulsionándose en el piso lo hacia sentirse grandioso, enorme y magnifico… Al llegar a su salón con su plan desarrollado y su herramienta en la mochila noto que ella no estaba, paso una hora de clase sin noticias, comenzó a preocuparse, su corazón latía, sus manos comenzaban a temblarle y su respiración se había tornado fuerte y profunda, “Donde esta mi victima?” Pensaba, y la pregunta le martillaba en el cerebro, volteaba hacia la puerta buscándola, todo el salón estaba callado, hasta que sonó la campana que anunciaba el inicio de sus actividades físicas, el aguardo en el salón, confundido, inquieto y sudando, tomo la inyección y la observo con detenimiento, ahora a quien agrediría, debía hacerlo, a alguien, a quien sea…
Guardo el objeto en su bolsillo y salio, buscando con desesperación a alguien que tomara el lugar de la niña, no podía quedarse así, el sentimiento de derrota y frustración le provocaron que sus ojos se llenaran de lagrimas y su sangre se agolpara en sus mejillas, todos los niños corrían a su alrededor menos una niña de cabello oscuro que se detuvo curiosa ante el observando con preocupación su gesto, olvidando que se encontraba en medio patio saco la inyección con la mano derecha tomando a la niña por su cabello con la izquierda que soltó un chillido, así seria hasta que sintió una mano fuerte que le sujetaba, con enorme horror soltó a la niña y el profesor de deporte lo tumbo de espaldas sacándole el aire y las fuerzas dejando caer el arma, comenzó a temblar, todos los niños curiosos y asustados rodearon al profesor y al niño que solo musitaba palabras sin sentido…
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