UN RAMO DE NOMEOLVIDES
Te desagradará sobremanera el saber que no he muerto aún. Yo tampoco me lo explico. Voy a llegar a los treinta y nunca creí que pasaría los veinte. Será porque las Parcas andarán de vacaciones o no me han visto aún. O simplemente, como pasa conmigo y tu, no nos llevamos bien preferimos evitarnos. Aunque eso no le suceda al resto, pues, la gente, o sea, las personas con las que suelo interactuar, aunque no las aprecie mucho, (sigo siendo fiel a lo que tu llamabas misantropía y yo romanticismo) extrañamente me estiman, o al menos eso es lo que me hacen ver. Mis cuadros se venden bien y tienen buena acogida entre los críticos, ésos seres mefistofélicos y con lenguas de serpiente, que jamás han hecho arte pero que sí lo evalúan y de ellos, más que nadie, depende tu éxito o tu fracaso.
Mi teléfono es increíble en esta época, no sé cómo hacer para que deje de sonar. Comúnmente lo desconecto o dejo la grabadora, que se llena a cada rato. Me tienen en alta estima, y ya es la cuarta vez en lo que va del año que expongo mis obras en solitario, sin afiliarme a ningún colectivo o movimiento. Es casi risible, que planteando mi desprecio y mi visión derrotista y pesimista de la sociedad y de los seres humanos en general, a éstos les agrade mi arte y busquen contactar conmigo. Son seres simples, humildes en su mayoría, aunque a veces vienen ésos señores de terno y corbata, gordos, de bigote y poco pelo peinado hacia atrás con gel, que se pasean por mi taller como si les perteneciera, con la mirada escrutadora y la nariz levemente arrugada, como quien huele algo que le desagrada o como si buscaran en mis obras algo que les perteneciera.
Sigo siendo misógino también, pero aún así no me dejan de gustar las mujeres. Tuve de novia a aquella modelo argentina que salía en T.V, la rubia alta, bonita, que por cada centímetro cuadrado de piel que mostraba recibía varios miles. Me di, más bien me dio, la gran vida, y la disfruté sin ningún tapujo por más de año y medio. No te relataré lo que hacíamos en mi taller ni las glorias que viví en la alfombra mientras el sol, curioso, intentaba colarse por la ventana, tímidamente, para finalmente espantarse por el sensual cuadro que yo y ella formábamos juntos enredados en insólitas variaciones del Kamasutra que me regalaste alguna vez. Finalmente, me dejó, tanto por mi adicción a la heroína como por aquél diseñador alemán, con el que, hace un par de semanas, se mató en un grandioso accidente automovilístico en la costa brava. Pareciese que es verdad eso que escuché alguna vez; que los que amamos serán preservados, lo que nos aman nos preservarán y los que nos odien, bueno, a ésos, ni Dios los salva. La vida, la que me tocó vivir y la que me he hecho, me lo ha demostrado. Todos los que alguna vez me odiaron, Hoy, aunque hayan triunfado, la mala suerte los persigue y les impide ser felices y plenos, y a los que he amado y respetado, por alguna razón extraña, han visto sus vidas bien armadas e incluso me han sorprendido con logros que jamás hubiese imaginado de su parte.
Ahora, estoy con aquella escritora que sale en las noticias, que tiene cierto éxito en Europa y Estados Unidos, o sea, en donde hay que triunfar, triunfa, mientras la mayoría sueña con ello. Encima tiene mi edad, y hasta parece quererme por lo que soy, y por lo que voy a ser, más que por lo que fui. Hacemos planes y soñamos como quien hace dibujos en el agua y hasta creo que somos felices juntos.
Por alguna razón ajena a mí, por algún sentimiento que nunca deseé tener, tengo ganas de vivir, más ganas que nunca, más ganas que cuando llorabas en mi pecho. Ahora que recuerdo sólo lo hiciste una vez. Estabas tan equivocada mujer, nunca entendiste que la mujer es más animal que el mismo hombre puede llegar a ser, y el que alguna aspire al orden y al control férreo de sus emociones sólo es una ilusión. Por eso valen las mujeres, por eso son lo que son. No importa lo que hagan, siguen siendo hembras, no importa lo independientes que sean o se crean o intenten ser, son mujeres, y en este mundo retorcido en el que intentan, según ellas, ponerse a la par de los hombres aún a pesar de tener todo en contra, no logran más que parecer travestíes, hombres degradados, fallas en la ley natural que controla todo. Como una marea errónea en el mar del mundo, creen que yendo en contra de la corriente lograrán su desarrollo y perfección final, sin saber que van derecho a su completa aniquilación por tozudas. Amo al género femenino y lo aprecio como es, con sus errores y valores, como el párroco ama a las pecadoras, como el padre a sus hijas, porque veo en sus errores mis falencias como ser masculino, y me ayudan a mejorar cada vez que veo a una mujer intentando creer el cuento de hadas de aparentar ser la mujer exitosa casada con el hombre hermoso y millonario, sin darse cuenta que no es más que un envase bonito que contiene sólo aire rancio.
La escritora y yo pasamos buenos momentos. Nuestras disputas siempre terminan con golpes cariñosos y promesas. Promesas que cumplimos la mayoría del tiempo. Dejé de beber. Dejó de fumar. Deje de flagelarme. Dejó crecerse el cabello. Cedemos, nos moldeamos el uno al otro sin perdernos a nosotros mismos, manteniendo la idiosincrasia intacta, respetándonos más que corrigiéndonos y criticándonos. Ahora troto por las mañanas. Antes tomaba aspirinas o vomitaba en el water para intentar refrescarme de la borrachera del día anterior. Me lavo el pelo, me afeito y hasta me visto mejor que antes.
Me pregunto si te corromperá la envidia. He de confesar que nunca, salvo a intervalos, dejé de pensar en ti, al menos durante más de un año. Despertaba buscando tu perfume en las sábanas o haciendo con las manos un gesto amoroso de acariciar tu cabeza y besarte, sin darme cuenta de tu faltía. Lloraba lágrimas de licor, y comprendía lo que no había hecho, las fallas y errores que gatillaron tu partida. Todo es cambio, todo es adaptarse, todo es desdoblarse y engañarse. No somos más que actores en la oscuridad haciendo un baile de máscaras en el que no nos damos cuenta bien que papel es el que jugamos hasta que llega alguien a decirnos que uno se ve mejor al natural, con el rostro descubierto, que cambiándose de careta cada vez que hace una giro y enfrenta algo nuevo.
Me río tanto del mundo. Tanto. Todos pretenden ser más que los que tienen alrededor, todos son lo que no quieren ser, sino lo que menos querían, porque se dejaron llevar por el poder o el pesimismo y olvidaron los ideales que tenían al comienzo. Terminan llorando y preguntándose el porque sufren, si derrotaron a todos los enemigos y vencieron todos los obstáculos. Algunos no saben donde parar, persiguen la utopía de Eduardo Galeano, ésa que se aleja a medida que uno se acerca y que jamás se alcanza. Después de todo, el futuro no es más que un fruto del ayer, y lo que viene alguna vez ya lo vi.
Supe que hacías clases en algún lugar, no te lo diré para que no sepas lo cerca que estoy de ti. Supe que te admirar como a mi, sé casi todo de tu vida. Sí, puede que sea un sicópata y tú mi víctima, velo como tu quieras, por que así es tu vida, ves las cosas como quieres y no como son. Ahora soy lo que pude haber llegado a ser a tu lado. Pero no me dejaste demostrártelo. ¿llorarás de rabia alguna vez? ¿te sentirás miserable por mi triunfo? Tal vez jamás llegues a ver una obra mía, tal vez nunca sepas que ya gané varios premios, de los que tanto te hablé hace tanto tiempo ya.
Es genial el despertar y darme cuenta que sigo igual a pesar de tanto cambio, que me río del oro y la grandeza, y eso es lo que me hace grande. Cada día es un nuevo sol, y yo que lo sé, vendo la imagen de un mundo destrozado y gris, cuando mi interior sólo tiene luz. Por eso no puedo hacer el cuadro que prometí hacer, un cuadro sin sangre y sin muertos, uno sin negro, sin sombras, que no refleje el displacer estético sino que el placer de disfrutar de una imagen bella. No puedo porque nadie lo compraría, porque no comprenderían mi crecimiento, mi desarrollo, y porque lo bello no les interesa porque creen que siempre lo han visto. Les daría lástima, les causaría risa o dirían que el gran artista se volvió defintivamente loco y muestra una imagen errónea del mundo. Ahora comprenderás que mi surrealismo no es tan sólo la imagen antiestética, sino que una visión del mundo en que realmente se vive, no es disfrazar la realidad sino que tomarla y darla a conocer en términos sinónimos rebuscados, una verdad jugando a ser fantasma con una sábana de mentira. Si les mostrara la realidad tal cual es, el mundo nocturno, los accidentes, los excesos de la droga y el trabajo, las familias bellas y sonrientes con todos sus miembros corrompidos por un mundo vil y materialista, si les mostrara la realidad creerían que es mentira, porque se convencen a pesar que ven la muerte frente a frente cada día al mirarse en el espejo, a pesar de ser conscientes de su ilusión de un mundo perfecto, aunque estén frente a la verdadera putrefacción y degradación en la que están inmersos, cubiertos de mierda hasta el cogote, sonreirán para mostrar sus dientes albos y causar una buena expresión en sus posibles espectadores.
García Lorca ya lo dijo. Desde antes de él, mucho antes, Sócrates lo dijo. Hoy solo lo repito. Lo repetiría en tu boca o jugando desnudo entre tu ser y tu esencia, pero, mala suerte, no te tengo y tu tampoco, así que, que le vamos a hacer. Sólo recuerda que tu cabello siempre es del viento, nunca es tuyo ni del que lo toca. Porque nunca, por más que repitas “soy tuya”, no vas a ser más de él de lo que fuiste de mí o de lo que pudieras serlo ahora. Porque cada vez que la escritora se retuerce de placer y gimotea sobre mí, bañada en el brillo de una luna coqueta, no es más mía de lo que tú eres ahora para mí. Porque por más que lo intentemos, no somos dioses, no podemos decidir lo que nos sucederá. Pero ellos nos envidian por ello, porque vivimos cada día como él último y nos apasionamos y apegamos y caemos y reincorporamos y nunca dejamos de intentar aprender lo que sabemos que no vamos a aprender y porque lloramos y reímos con la facilidad que el sol le da paso a la luna y porque no somos más de lo que fuimos ayer frente a sus ojos.
¿Te das cuenta, mujer? No eres más que ayer para un dios, no importa lo que hayas estudiado, trabajado y esforzado, para uno de ésos sigues igual. Tu existencia es tan corta comparada con la vida del universo que resulta estúpido tu orgullo y ciega estima que le tienes a tu existencia. Me dijiste que si me odiaba no podía amar. Yo te digo que tu también fallaste. Te estimas tanto y te quieres tanto que no dejas espacio en tu corazón para amar a los demás. Míralo como quieras, de seguro saldrás con algún juego de palabras o tu bisutería intelectualoide filosófica como último recurso y si alguna vez lees esto, lo someterás a un sesudo análisis para descifrar su significado, siendo más esencial el que sólo lo leas un par de veces. Pero tú no comprenderás jamás el valor de lo sencillo, no comprenderás como este miserable, como me llamaste alguna vez y de seguro ésa debe ser la imagen que tienes de mí, llegó tan alto. Y es porque ese miserable nunca renegó de su condición de tal sino que la aceptó y porque nunca dejó que lo cambiaran, que hoy el maldito miserable es el mejor de todos los miserables, el único con verdaderas ganas de serlo, que hasta defendería su condición de tal frente a cualquiera. Porque no aspiro a ser lo que sé que no es para mí, porque lloro cuando lo siento y porque me enojo si lo necesito, es por lo que soy más humano que tú, e incluso, siendo hombre, soy más mujer de lo que nunca serás, porque he comprendido la gracia de la hembra no con mis brazos o mi cuerpo, sino que con lo subjetivo e inmaterial que llevo en mí.
Sueño contigo. Sueño viéndote llorar y secarte tus lágrimas para que nadie te vea. Sueño con verte por la calle, y que un par de miradas tristes te digan cuánto me hiciste falta. Porque al perderte, obtuve lo mejor de mí. Porque todo lo que fui en ese momento quise dártelo y lo despreciaste. Porque ya no había perdón, ya no había marcha atrás. Te quedaste con el odio y el aborrecimiento y yo me llevé la tristeza y dulce soledad del amor sin compañera. Hasta que apareció esa escritora de la que te hablé y con la que tal vez, sólo es una posibilidad remota, le permita ser mi compañera por más tiempo por lo bien que me trata y me hace quererla. Es que es inevitable el no quererla y...
(Aquí termina. Esto lo encontramos al lado de su cuerpo, muerto por un coma etílico. Dejó un cuadro calipso donde una mujer sonríe rodeada de palomas.)
(Al principio hay un par de lágrimas grabadas en la hoja.)
(Son de ésas manchas que hacen que la tinta se corra.)
Stgo, fines del 2005
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