Es un buen comienzo, no?
Sí, un buen principio para poner las cartas a la mesa.
Te conozco de siempre, y no sabía.
Sos mi boca pastosa. Mi sangre fría. Serás el déjà vu de mis sueños truncos.
Te buscaba y frustrada encuentro que ya te tenía.
Qué ciega.
Es momento de plantarnos y aceptar disculpas. Te llamaba y te mentía. Te ofrecía mis muñecas y te escondía el filo. Te hacía promesas de encuentros y entregas.
Te tanteaba a oscuras en mis peores momentos, cuando más te necesitaba. Cuando el llanto en sequía descubría mi alma porosa, comida.
A gritos para acallar mi mente, divagaba en modos de traerte. Ahogada, dormida, desangrada... y porqué no todo al mismo tiempo? Mi madre también amenazaba y decía que en agua tibia ya no dolería...
Qué obtusa fuí, que ignorante de mí misma. Qué mentirosa, que artista.
Desearte no alcanza. Los que te avisan, dicen, nunca te cumplen. Doy fe.
Pero mirar atrás ahora y verte hundiendo mis pasos. Nunca me dejaste, no?
Y hoy que nos sabemos uno, es un buen comienzo, no?
Hoy que te acepto como una parte irremediable de todo dejo entrar la lumbre que te complementa.
Todos estamos un poco muertos.
La vida inscribe leyes inapelables; no opongamos resistencia, reconozcamos lo efímero para saborear el momento que ya se va.
Sigo ciega, pero respiro distinto.
No le temo a lo mismo. Parí algo que no sabía que tenía.
Ya no te busco, ahora escribo.
Es un buen final, no?