Hoy exhalo ante ti mi confesión.
Como una gaviota agonizante besan las palabras mi orilla.
Se acercan juguetonas y exuberantes,
Imponiendo su presencia ante mi alma.

Juez y jurado,
Toman asiento en mi corazón
Disponen de mi tiempo acorralado.

Una última brisa acaricia mi cabello.
Cierro mis ojos dejando que la huracanada sonrisa rasguñe mis parpados celestes.

Tu recuerdo toca mi puerta.
Penetra por mi ventana,
Como las hirientes raíces del sol naciente,
Como el suave beso de la luna fresca.

Los perdones y lamentos galopan ahora hacia mis labios,
Vibrando excitados, exuberantes
Disfrutando ansiosos su pronto orgasmo.



Hoy te confieso que he vivido.

Mi piel ha saboreado el frezo beso de las olas y
Mis labios han disfrutado de tus curvas inmortales.
He contemplado la titánica lucha entre lo negro y lo blanco y
Eh gozado el cantar de un ruiseñor.

Hoy te confieso que he sufrido.

Fui amado y derrocado,
Conquistado y gobernado.
Fui el símbolo del mal, la furia que azota los mares,
El rugido de los vientos y la ira del tornado.

Hoy te confieso que he muerto.

Orille mis precipicios y mire hacia su infinita oscuridad.
Te vi a ti; viviendo, sufriendo, muriendo,
Volando bajo sobre las ruinas de lo que nunca fue.
Y me vi a mi; una sombra de mi cuerpo, una luz de mi alma.

Me vi, me vi cantándote esta plegaria celestial.