Mírate, niña. Mírate y date cuenta que esos ojos irradian tristeza. Mírate y descubre que tu sonrisa, tan característica en ti, no es real; está apagada y seca.
Mírate, niña. Mírate y apréndete bien. No olvides nunca esa figura de tenue presencia, porque de ésta tendrás que aprender para que no vuelvas a ser ella cuando regresen las sonrisas verdaderas. Sigue mirándote, niña. A través de tus ojos encontrarás la barrera de cristal. Crúzala, libérate de las invisibles cadenas de angustia. Corre, vuela, sé feliz… ¿Feliz? ¿Recuerdas aún esa palabra?... Pues deberías.
Mírate, niña, sólo tu sonrisa podrá llenar de colores tu rostro gris. Mírate, mírate y sonríe, grita, salta y vive…
Cierra los ojos, quiebra el espejo y ya no te mires. Voltea y deja de soñar, niña. Ni tu sonrisa pintará tu rostro, ni tu sangre fluirá al ritmo de la alegría. Vuelve a rodearte de tinieblas, niña, a tus grises sonrisas… regresa a tu mundo, niña…
(17/03/2006) |