Miró hacia abajo y vio el profundo abismo que amenazaba bajo sus pies, sin duda aquel acantilado no era el lugar más apropiado para pararse, pero ella no había encontrado ninguno mejor. Las puntas de sus zapatos estaban suspendidas en el aire y tan solo la mitad de su pie tocaba la tierra firme que le hacia mantenerse sobre aquella inmensa piedra.
Le daba vértigo mirar hacia abajo e imaginarse cayendo en esa oscuridad, pero entonces miró hacia arriba y vio el cielo…se le quitó el miedo, pues si saltaba (olvidándonos de esa cosa absurda a la que llaman gravedad y que solo sirve para robarnos sueños imposibles) tendría las mismas posibilidades de caer a un lado o hacia otro (hacia el cielo o hacia la profundidad del acantilado).
Lo difícil era saltar…porque cuando uno salta, suele saltar hacia un destino mas o menos previsible, en el que sabia que estaba haciendo eso porque había encontrado un obstáculo que superar (llámalo abismo o simple grieta) y quería llegar al otro lado. Pero saltar sin saber a donde caería eran muchos riesgos, aunque ya había comprobado que no tenia otra salida, pues sus pies cada vez se situaban mas sobre el aire que sobre la roca, y sin la gravedad que siempre nos permite calcular el riesgo y consecuencias de la caída, se encontraba tan desorientada que no sabia que hacer. Con las leyes de la gravedad, que en este caso se desvanecerían en cuanto ella levantara totalmente los pies del suelo, cualquier persona en su misma situación sabría que cuando saltara caería o sobre la siguiente roca, cayendo así sobre seguro, o al abismo, a la oscuridad profunda; pero sin esas inservibles leyes ya no sabia donde ni como caería, tenia igual probabilidad de caer en alguno de los sitios mencionados, como de caer hacia el cielo, a las nubes o el sol….demasiado riesgo. No creía que pudiera resolverlo ella sola…
- ¿Qué hago?
- Salta
Y sin pensarlo mas lo hizo, solo porque él se lo había dicho…donde y como cayó os lo contare cuando caiga….