Últimamente me he estado
resistiendo mucho al bostezo.

Siento que miles de relojes
se han conglomerado en mi
para protestar esta metrópoli
de neblinas y huesos estancados.

Hay partes en mi cuerpo
que no tienen cuerpos,
tendencias que le faltan
a mi manera de ser.

Hay libros en mi habitación
que gritan violentamente una hojeada,
espejos que me salpican siempre
sus malditas veracidades.

El mundo me ha abierto
de nuevo sus ojos,
sin balada y sin novedad;

las banderas que siguen sacudiendo
sus colores y sus rayas,
la pobreza que anhela con intensidad
el vacío de nuestros estómagos
y el existencialismo que rebosa
de nuestras cantimploras de carne.

El mundo me ha abierto
de nuevo sus ojos.

Hace tiempo que estoy tratando
de abrirlos yo...