Ante la falta de tu beso, te beso yo, me acerco, te huelo,
te aspiro hasta el cabello que pruebo, tu cuello que acaricio,
tu pecho que oculto de mis besos se mantiene cautivo.
Te dejas, lo permites, pero pocas son las veces
que lo correspondes, yo también tengo labios,
y pecho, y cuello, y cabello que oculto mantengo.
Ni me miras, ni te sonrojas, te alejas brevemente y me dejas de a poco alcanzarte, pero no me tocas tú,
cierro los ojos, y mi lengua recorre tu mejilla, tu trapecio.
A falta de tu beso me acerco yo, a falta de tus ganas las pongo yo, y a falta de mi prudencia,
pones tanta como para todos, o por lo menos los dos.
Me pierdo, ¡vaya forma de no querer perderme! ¡Vaya intento vano de no alejarme!, porque ahora,
soy sólo un niño, que se apresura a llegar, por más que estés durmiendo.
Sólo resta esperar, mientras crece tu cabello, y tus uñas, y mi deseo, y tu cuerpo se mantiene con vida,
mientras no haces otra cosa que aceptar mi acercamiento,
porque después de todo,
¿Qué más opción te queda si no sales de ese enorme y prolongado sueño llamado coma? |