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Se dejó venir. Todo su amor estaba de contrabando acariciando la otra orilla del río; nada pudo ser tan impresionante. Su cuerpo pedía fuerza, velocidad, entusiasmo. Tantita alegría. No era eso lo que recibía con cada golpe de tiempo. Sus bocas se encontraron un poco a fuerza, un poco curiosas, un poco vivas. Su cuerpo se dedicó a pensar y no a sentir. Uno de los dos no estaba ya, la otra mitad estaba por irse.

Los caminos se abrieron violentamente. Nada. Ni media palabra. Todo aquello se amontonó en la parte derecha de su cerebro, sus labios se partieron con el frío de aquel tornado. Ante sus miradas estaban la felicidad, la posibilidad, la entrega, la confianza, la facilidad…

La palidez insípida de una, una sola duda los amarró de pies y manos.

Uno de ellos parece atestado de miedo, el otro lo siente de verdad. Uno razona, el otro se acalambra, el que razona se acalambra mientras el otro razona. Se siente en el reflejo, estos estarán juntos, serán un camino, serán un cuerpo, serán una fuerza, serán dos mentes y dos almas, serán perfectos. Seguirán reflejándose en sus pupilas.

Se besarán con libertad, se acariciarán con cálidos arranques de pasión a veces dolorosa; la humedad de sus sexos se evaporará en un terrible horno de amor desmedido; sus piernas tejerán canciones bellas por la noches; se quitarán sus almas para que descansen juntas mientras sus cuerpos se pierden en una locura tibia y acelerada; sus vidas platicarán nunca de acuerdo pero sin desarmonía. Se entenderán.

Un ser comprenderá al otro con el universo como fuente, el otro se entusiasmará tanto, que posiblemente hasta llegue a amarlo y pedirle amor a cambio. Entonces aquel reirá y su complemento reirá a la par. Llorarán juntos con la risa como causa; y llegará la tristeza y pasará la tristeza, y sus ojos estarán a salvo uno frente al otro, como secándose mutuamente las lágrimas aún antes de salir. Tal vez sea cierto, quizá se amen, quizá sean los únicos que lo consigan, quizá las orquídeas aprendan a oler como azucenas. Por ahora no.

Todo está dispuesto para ellos pero ¡ay de sus ojos! Son cortos.

Pronto no se buscarán, estarán ocupados. Se creerán poderosos y un desangelado ángel antes cuidadoso, se llenará de furia y los reunirá con desdén, haciendo el último esfuerzo en su labor, perdiendo su causa con un grito final, complicando sus vidas a la finalidad extrema de ser vengado. No habrá más felicidad, posibilidad, entrega, confianza…

Todo parece estar en su contra ahora. Y ahí, en ese preciso momento, en el más difícil, como si se tratara de la señal anhelada, ellos decidirán crear y crearán un amor, y el amor crecerá y esa hierba no tendrá más la ventaja en su silencio.

Se angustiarán por contagiar a la luna con su hermosa pasión adolorida. Se esforzarán en el servicio del amor por otro, cerrarán sus ojos y desintegrarán al mundo vano restante. Es posible recordar los viejos momentos tensos cuando todo era más fácil y no se notaba la facilidad y se darán cuenta que, en ese día, todo es más difícil pero no se nota la dificultad.

Se siente en el reflejo, estos estarán juntos, serán un camino, serán un cuerpo, serán una fuerza, serán dos mentes y dos almas, serán perfectos.

Asomó una sonrisa mezcla de satisfacción e incredulidad; negó con la cabeza con tanta suavidad que resultó una delicada aprobación; extendió sus alas, las de alabar; y los conectó para siempre.

La orquídea aprendió a oler como las azucenas. Pero por ahora no.

Texto agregado el 01-04-2006, y leído por 89 visitantes. (0 votos)


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