“…Se encontraba sola, la conciencia estaba al otro lado de la puerta. Robó mi mano, mi tinta, mi corazón y escribió…”

Tomo tu mano, tu pluma
y te escribo amigo que fuiste mi amante.
Debo escribirte que te olvidé.
Debo tomar el asiento que fue mío.
Debo mentirte y decirte que no lo quiero;
para que te quedes tranquilo.

Que dichosa sería si lo tuviera en mis brazos.
Pero debo ser cauta, sutil, para que nadie sepa,
pero tu ya lo sabes.
Me lo hiciste saber con esa mirada.
Esa mirada, tu mirada, la quiero cambiar
por la mano de él.

Lo siento amigo, lo siento por defraudarte,
pero con él, yo quiero sentirme feliz.

Debo serte honesta y confesarte
que daría todo por cambiar lo que paso
entre nosotros.
Si tan sólo pudiera olvidar lo que pasó,
no me sentiría tan culpable.

Tú sabes que te seguiré mintiendo,
porque no quiero herir tus sentimientos.

Olvido cualquier protocolo y me voy con él,
olvido cualquier promesa y te traiciono.

Perdón amigo porque escribes lo que siento,
la verdad es que nunca te pagaré.
Te deje un par de mentiras y fue suficiente.

Cuanto lo lamento por ti,
pero es fácil olvidar mi conciencia,
cuando estoy pensando en él.

Lo siento.
Te quiere y te odia, tu amiga.