Y paso el tiempo, no quiero decir, pasaron los minutos, mas bien, que paso el tiempo, espacios algunos, largos e insoportables y otros, fugaces y hermosos. No se bien que paso con la doncella… quizá, ya no sepa escribirla como antes… no digo peor, solo digo, ya nunca igual. Pues bien, el cielo era azul, casualmente azul con nubes blancas y dispersas, la llanura verde iluminada descansaba silenciosa invisible, sin duda el sonido lento y armonioso eran voces de ese riachuelo lento que irónicamente se hacía fuerte en su transcurso… y era perfecto el silencio, y su música… perfecta la armonía de la ausencia humana. De pronto se hizo diferente el concurso natural, y sepulcral el silencio se dijo inconforme, el galopar basto de un caballo viejo detuvo la sinfonía tacita de los otros con el cielo y los ojos que no existen se enfocaron a la par en la ahora mujer que llevaba triste las riendas del usurpador. Se detuvo… pero el silencio furioso se hizo aún mas insoportable… la mujer desconocida levanto los ojos hasta el momento ocultos fijamente en un punto sin nombre y detuvo eternamente la mirada al horizonte. Y era ella, la doncella que otra vez escapaba de un castillo cualquiera y de un dragón que alguna vez fue niño… y el canto comenzó… esos ojos, no obstante ojos, fueron siempre parte de el lugar por fin completo. |