Esta historia no la inventé yo, no la vi, ni si quiera sé si es real o un mito de mi profesión, aun así, quisiera compartirlas con ustedes al igual que la comparto con mis alumnos de primer año en el ramo “redacción creativa”, pues creo que indica claramente el poder que la pluma aun tiene en este mundo tecnológico, consumista y ambicioso.

Un ciego pedía limosna en el metro de Nueva York con un gorrito de media copa y un cartel colgando de su cuello que decía “soy ciego, ayúdeme”.
Un joven publicista que pasaba por ahí, se detuvo un instante a observar la escena y veía como la gente pasaba sin inmutarse por su alrededor y su gorrito estaba muy vacío de monedas. De su maletín saca un plumón, va hacia donde el ciego, se presenta y escribe otro cartel cambiándolo por el anterior; se despide y se va no sin antes decirle al cieguito que al día siguiente lo volvería a visitar.
Y así fue, al día siguiente se encuentran ambos personajes, pero esta vez el gorro del ciego estaba repleto de monedas y la gente se detenía a darle su limosna… ¿Qué escribiste en el cartel? – preguntó el ciego visiblemente contento…
… nada que no sea verdad, ni distinto al cartel que tenías antes, sólo escrito de otra manera – contestó el publicista dejando su moneda en el sombrero, despidiéndose y alejándose por la estación….

El nuevo cartel decía: “afuera es primavera y yo no puedo verla”