Me convertí en un simple verso
sobre tu piel indolente
para no renunciar a ti si intentan separarnos
porque contra el amor del bueno
no hay quien pueda
pero hoy me he sentido dolido, extraño y ausente.
Tal vez nunca supe el tamaño de tus penas,
ni los quejidos que desgarraron tu vientre
mientras parias miles poemas de amor.
Tal vez nunca te importó oír mi nombre
pero bebiste agua fresca de mi río
y aquella sed te hizo llenar de deseo,
para luego sentir que fuimos sólo instante
y no tuvimos más remedio que amarnos.
Ahora andas como yo, sedienta,
sin refugio y harta de soledad.
No queda nada.
La copa está vacía
te embriagaste con el vino de la suerte.
Texto agregado el 31-03-2006, y leído por 122
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