Llegó a mis brazos una tarde de agosto,
Suavecita como el algodón
Pequeñita como un duende,
No existen las noches de soledad a su lado,
Conoce los secretos de mi almohada,
Ha sido testigo de cada momento angustiante,
Esos que se cuentan de noche... a la nada.
No es ni consejera ni afectuosa...
Preocupante si lo fuera!!!
Pero al proceder de él,
Hace que sueñe con tenerlo a mi lado,
Me ofrece otra excusa, de las tantas que tengo,
Para pensarlo a cada instante...
Es mi fiel compañera de sueños...
Pero aunque no se lo he anunciado,
No espero tenerla siempre a mi lado...
Solo hasta que él pueda venir a reemplazarla,
Y darme por fin los amaneceres que anhelo.