Hoy no tuve un buen día, más bien un horrible día, a primera hora en un trámite importante, que involucraba un buen y faltante dineral, me di cuenta que mi cédula de identidad estaba vencido desde ayer, lo que me impidió realizarlo por más ruego, súplicas y ademanes de galantería le ofrecía a la ejecutiva, tomé un taxi hacia el registro civil para renovar el carné y este quedó en pana, tuve que caminar siete cuadras y al llegar la cola estaba en la calle, me planté en ella y esta avanzaba a dos metros por hora, obviamente delante mío una señora con dos niños que lo único que querían era un helado y por lo menos les escuché dos millones de veces “mami, mami, mami” y detrás una señora que alegó la hora y media en mi oído lo lento de la fila y lo malo del servicio; al llegar mi turno, la cámara digital de la asistente se le estropeó y la espera y alegatos comenzó por doquier, llegó el gerente, el técnico, el ingeniero en software, y un tipo de otra ciudad, hasta que el vivaz barredor, con su escoba y su tacho basura que pasaba por allí les dijo ¿vieron si se le agotó las pilas?.... ¡y eso era! tres horas después de por fin renovar la cédula y posando con una cara de endemoniado (por no decir de culo), como estúpido (aunque uno espera como puede) esperé tres cuartos de hora la micro para irme la casa, no pasaba nunca, de hecho pasaban pocas micros ese día, y justo cuando venía la que me llevaría a mi placentero hogar, dos microbuses de otro recorrido (que en todo esos minutos jamás hubieron dos micros juntas) le taparon la visión y el chofer no me vio y pasó raudo sin detenerse... lo que me hizo esperar otros treinta minutos más. No alcancé a bajar el odio cuando un sonido seco nos indicaba que había pinchado la rueda delantera… cuento corto, esperamos la siguiente micro para el trasbordo y como ya venía llena, se llenó aun más y el hedor, el calor y la incomodidad era de locos; sólo el recuerdo de un chiste de Bombo Fica me esbozó una leve sonrisa y me bajó la adrenalina (señor - le dijo la dama al señor que se iba a sentar a su lado en la micro - cuidado con los huevos - este le pregunta - ¿lleva huevos en el paquete? – no - responde ella - llevo alfileres); casi anocheciendo llegué a mi casa no sin antes pisar excremento de perro y que una paloma me haya defecado en el hombro y darme cuenta que la billetera con mi dinero y mis documentos se me había caido en la "bendita" micro, pero a esa alturas ya me reía de la situación, pero una risa con llanto, rara combinación pero existente al fin. Por fin abro la puerta de mi hogar, mi cubil, mi espacio, cuna de la independencia, la privacidad y de ella, el amor que siempre me esperaba en casa con una sonrisa, un saludo, un beso y una caricia… menos hoy, ya que había una nota de despedida sobre la mesa de centro, que era lo único que había en ella, ya que esta descriteriada se llevó todos los muebles, las plantas y el perro, hasta las ampolletas… ¡las ampolletas!, ¡para que mierda se llevó las ampolletas!... ya, de rodillas en medio de la casa vacía, con la carta en las manos poco a poco y por arte de magia o por el descontento, una mueca, una sonrisa, una carcajada se irisó en mis rostro y se fueron los deseos de suicidio, de asesinato, de venganza, se aniquilación, de armagedón y de venta del alma a Satanás, la risa se llevó todo, total no hay dos días iguales, no todos los días es domingo, al fin y al cabo cuando uno está abajo lo único que queda es subir, no hay mal que dure cien años, después de la tormenta siempre sale el sol, ¿no? y como dijo Scarlett O’hara… “Después de todo, mañana será otro día”… sólo espero que no tan especial como el de hoy………… ¿o sí?