Se ha decretado una amnistía para beneficio de todos aquellos culpables de haber amado al menos una vez en su vida. Hoy se otorgan perdones a los condenados por asestar golpes de felicidad a sus semejantes. Es una época privilegiada en la que se dispensa al que se negó a pagar tributo al egoísmo y se unió a la pandilla de esos que se atreven a ser felices. Ahora mismo se proclama por las calles y en las plazas de cada ciudad, el indulto para los saboteadores de temores y complejos y tabúes, para los instigadores del optimismo, para los que se rebelaron en contra de la mediocridad y se alzaron en armas para derrocar a la hipocresía. Este es el año de gracia para la prisionera que, trasponiendo los barrotes de la insulsa prudencia, en sus declaraciones resultó confesa de hermosas verdades y con ellas le hizo el día al amigo del alma.

Escuchen todos y presten atención a estos anuncios, pues gran dicha le espera a todo aquel que sea señalado por tan graves delitos.