Llegó por una puerta amorfa, un agujero cerrado, algo no visible al ojo humano. Estaba solo, o al menos eso creía. ¿Aquel sitio? No, no podía ser. Era el habitáculo donde había dormido durante la Gran Guerra. Estaba confuso.
Hacía 20 años que había dejado el ejército, casi al borde de la locura, para encontrar algo de cordura o de sentido a su vida. Se había dicho que el asesinato premeditado no era lo suyo.
Pero ahora estaba ahí, en un lugar de su pasado, algo que creía olvidado volvía ante su mirada, pero... ¿para qué?
- ¿No tiene curiosidad? ? una voz grave retumbaba en el fondo de su mente. Miró hacia todos lados buscando la procedencia de aquella voz. ? Vamos lo está deseando, grite.
- ¿Q..qué?
- ¡Grite!
- ¿Por qué? ? gritando.
- Ooooh, genial.
- ¿Qui..quién es usted?
- ¿No me recuerda? Olvida pronto, soldado.
Una oleada de aire cargado le golpeó la cara, era como un flash back, un recuerdo.
- ¿Sargento?
- Veo que aún recuerda algo de la eficiencia que le enseñé.
- ¿Qué hago aquí?
- ¿Aquí? ¿Aún no se ha dado cuenta? Bienvenido a su locura ,soldado.
- ¿ A mi locura? ¿Qué demonios dice?
- No se sorprenda, dos meses encerrado en su pisito de la ciudad, su acogedor pisito de la ciudad. ¿Ha pensado en vivir?
- Cállese.
- ¡Ja! No se rompa la cabeza pensando que esto es otro estúpido sueño.
- ¡No puede ser verdad!
- ¡Calle usted ahora! ¿No se da cuenta? Su mundo, su vida... ¿qué ha hecho?
- ¿De qué me habla?
- ¡Soldado, soldado!
- ¡¿Qué?!
El habitáculo caía, la figura del sargento se deformaba ante sus ojos, las paredes se ensanchaban. De repente, una luz, algo brillaba a lo lejos, se acercaba.
- ¡Papa!
- ¿Qué, qué pasa?
- Papá, despierta.
- ¿Quién eres?
- ¡Papá! ? la luz se insenificaba del mismo modo que la voz que oía. Era un niño ? ¡Papá! Prometiste llevarme al parque de atracciones.
- Pero...¿qué me está pasando?
La luz explotó en miles de partículas igualmente luminosas, cada una parecía tener vida propia. En su oído la voz del niño se había multiplicado de forma inconmensurable. Intentó tapárselo, pero no podía, sus brazos no le respondían.
De nuevo la voz grave del sargento:
- ¡Soldado!
Pero era un sonido distante, que rebotaba en lo que parecían ser las paredes de aquel lugar, negro, enteramente negro que lo enloquecía.
Intentó levantarse, las piernas aún no le respondían, sintió un inmenso dolor en el brazo derecho.
- Pero qué...
De repente una imagen clara se postró ante sus ojos: un rostro, bello, pero inundado en lágrimas. Era una niña pecosa, pelirroja, estaba tirada encima de algo que parecía ser césped. Debía ser un jardín.
Observó mejor, la niña sangraba del brazo derecho. Ese dolor que había sentido. ¿Qué le pasaba?
De nuevo una luz cegadora, pero esta vez era diferente, enrojecía. Su visión era enteramente roja. Estaba confuso.
Intentó cerrar los ojos pero en ese momento otro rostro apareció ante él. Era una mujer, también pelirroja, de unos 40 años, estaba rodeada de una sábana blanca que dejaba ver su figura entre sus pliegues.
- Te quiero.
Los labios volvieron a aparecer cerca, después la mujer se alejó con la sábana rodeándola, como una musa griega, hacia otra habitación. Al abrir la puerta desapareció sin que él pudiese darse cuenta.
Otra vez la escena era negra, cientos de personas caminaban por las calles de una ciudad que parecía abandonada, todos ellos de negro, callados, con los rostros grises, tristes.
Una figura blanca apareció caminando en dirección contraria, llevaba una sonrisa dibujada en la cara pero sus labios estaban tristes. El cielo palideció hasta convertirse en un mar amarillento, casi blanco.
El hombre llegó hasta él. Lo pudo ver de cerca, llevaba la sonrisa pintada en un rojo intenso y los ojos cerrados, completamente negros. Los abrió.
De repente toda la gente desapareció y el cayó a una silla, delante de una mesa. El hombre estaba enfrente suyo.
- ¿Qué ha hecho en vida?
- ¿En vida?
- ¿Acaso ha tenido otra?
- ¿Es...estoy muerto?
- ¿Qué cree que es esto, una sala de interrogatorios de la policía?
- ¿Y todas esas imágenes que acabo de ver?
- ¿Qué imágenes?
El hombre palideció y se hinchó violentamente, luego implotó y quedo reducido a un trozo de plástico, como si fuese un globo acabado de explotar.
De fondo se oía un llanto.
- Lo siento.
|