Recipiente de penas añejas,
Viajas por la existencia de nuestras vidas
Porque la tuya nos la has regalado.
Sufres, sueñas, gozas, lloras, ríes
Con nuestros actos, con nuestros logros,
Con nuestros pecados…
Rodomiel de consuelos, muchas veces
Por nuestro orgullo rechazados,
Pero tú, inclaudicable, sacas de tu
Esencia mágica, la frase que rompe
El maleficio de nuestro dolor
Y nos regalas nuevamente la calma.
Capitana intuitiva de nuestro buque,
Somos para ti el maná en el desierto
De tu papel de dueña de casa.
Sólo la sonrisa en nuestros rostros
Es carcajada en tu alma.
Madre, ¿Cuándo te olvidarás de nosotros
Y pensarás en ti?
Desentierra de nuestro pecho tu alma
Y revive individual, propia, ausente
De estos lobos que te desangran
Y comienza a vivir, tu vida.
No puedo soportar ver como en vida
Tu flor se seca y el tiempo ara
En tu superficie para plantar los años.
Deja de alimentar tu existencia de recuerdos
Y comienza a digerir tu presente
Junto a mi padre, rodrigón silente
Y tallado por la paciencia y el buen consejo.
Suelta las amarras de nuestro buques
Y capitanea el vuestro, que nosotros
Marineros aún en los mares de nuestras vidas
Navegaremos las tormentas sin dejar de mirar
La bitácora de tu ejemplo, amante capitana.
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