Stgo., 20 de enero de 2003

Suspiro de Ángel:

Disculpa si inicio esta carta llamándote así, pero es que tu visita a nuestras vidas fue tan breve que no alcanzamos a nombrarte, acaso a jugar o bromear sobre como te llamaríamos. Espero que no hayas oído las ideas que surgían, porque sé que te estarías riendo.

Sobrino o sobrina, quién sabe, visitaste nuestro hogar para entregarnos la breve dosis de alegría que requeríamos para ser felices, para enseñarnos que la felicidad se concentra en cosas tan pequeñas e imperceptibles a veces, que somos estúpidos al buscarla en las cosas monumentales.

Por qué te escribo esto si jamás la leerás, no lo sé, no lo tengo claro. Lo único que me permite el dolor en estos momentos es escribir, porque tengo ganas, porque al llegar tu madre a su casa, con los ojos inundados por el mar de su desilusión y su pecho comprimido por tu alejamiento, no podré ser débil, debo acompañarla, intentar confortarla, lograr que entienda que es casi comprensible que al ver este mundo quisieras no venir a él. Quizá no estabas preparado, quizá ellos tampoco.

Suspiro de vida, sé que tu esencia quedará nadando en el interior de mi hermana para aferrarte nuevamente a la vida, pero esta vez no tengas miedo. Comprendo el que no quieras nacer viendo que en el mundo hay tanta mierda minando la felicidad de las personas, que da miedo enfrentar la posibilidad de vivir rodeado de violencia y amargura, se que es terrible convencerse de nacer para vivir entre los hombres culpables de nuestra propia destrucción. Pero no temas, las desgracias que te asustaron y que lograron que no te aferraras a la luz de la vida no son razones justas para no venir. Aquí somos muchos los que te esperamos con los brazos abiertos, no sólo están tus futuros padres, también estamos sus familias, esperanzados en que pronto podremos abrazarte, besarte, acunarte entre nuestro brazos que te darán la confianza y el calor de amor necesario para que decidas quedarte por mucho tiempo con nosotros.

Suspiro de amor, la próxima vez que te acerques a nuestras vidas, toma el tren que mi hermana te ofrece y no sueltes el vagón en el que viajarás desde tu primera existencia hasta nuestra estación. Te prometo que serán 9 meses de viaje exquisitos, pero que comparados con el viaje de la vida que te espera junto a todos nosotros no son nada. De los 9 meses ni te acordarás. Dale la oportunidad de verte crecer en su interna cuna, deje que te arrulle con sus brazos que son extensiones de la felicidad divina.

Se que la próxima vez que te acerques a sus vidas te vas a quedar y alguna vez, cuando seas grande me podrás decir, tío, la primera vez cuando me fui, leí desde tu conciencia tus palabras y decidí volver………..

Hasta pronto querido suspiro…

Tu tío.










Stgo., 16 de junio de 2003


Querido sobrino:

Hace tiempo que no te escribo, en realidad, desde aquella tarde que decidiste emanciparte de este mundo antes de nacer (soldado que arranca…) Creo que en tu viaje de regreso a tu celestial origen, pudiste oír el llanto que desbordaba la represa de mis ojos mientras te escribía. No conozco otra forma de dar a conocer mis sentimientos, prefiero escribirlos a compartirlos. Me gusta ser egoísta aunque sea con ellos.

Sabes, ver a mi hermana aceptar tu rechazo me partía el alma. A ella le costaba aceptar que te arrepintieras de nacer. Yo entendí tu postura. Si yo hubiese podido, quizá hubiese hecho lo mismo, aunque ahora estaría arrepentido, porque no podría estar esperando tu regreso ni estaría con la mujer que amo, tu tía Pamela.

Jamás creí volver a escribirte, pues la primera carta casi me mata de tristeza, pero hace poco me enteré de algo maravilloso. ¡Si hace nada te habías ido! No podía creer que tú volvías. Ya sé que suena loco para el resto, pero yo sé y aseguro que eres tú quien regresa, el mismo que se arrepintió hace unos meses de nacer. Hoy parece que estás listo, te convenciste que al nacer descubrirías cosas maravillosas, partiendo por tus padres,

No quiero mostrarme muy emocionado, porque la vez anterior lo hice, me volví loco de alegría, quería comprarte el mundo y me dejaste esperando sentado en la estación que une tu mundo y el nuestro. Lo triste es que siempre existe la posibilidad de que otra vez te arrepientas, pero sé que esta vez culminarás tu viaje y ahí estaré yo, de nuevo, en esta estación, con mis brazos en arrullo y mi amor para arroparte.

Tu madre te espera, tu padre te anhela y ambos quieren que yo sea tu padrino, una especie de padre sustituto en caso de que… da lo mismo. Un secreto, jamás seré un padre

sustituto, siempre seré un tío, un amigo, un compinche, un cómplice, tus rieles y tu horizonte, siempre seré Pablo para ti.

KC - así te quiere llamar tu tío Jonny y tu papá se enoja - no lo pienses más. Aguarda los breves meses que faltan y convéncete de que al cruzar el límite y nuestra atmósfera te ciegue momentáneamente los ojos descubrirás o comenzarás a descubrir que valió la pena nacer.

Apresúrate, pero no tanto como para tener problemas, y cuida a tu madre, porque hasta ahora te has portado un poco mal con ella. Apresúrate, acá tus abuelos están locos por verte, ansiosos de abrazar una débil carne que es de su misma cepa, un brote de esperanza en tiempos de sequía emocional, deberíamos llamarte Mesías. La familia entiende.

Nos vemos pronto

Tu tío