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Viento

I
El viento aúlla literalmente entre las persianas
Aúlla el salvador de una noche ahogante
Del olor a polvo y las plantas secas de los pies.
Una noche ahogante se hace de viento y tierra acá
Y se anuncia con cielo rojo y calor desde el mar.
En las veredas del barrio, una hora antes del viento,
Cuando el pino mueve apenas la punta,
Puede verse una mujer con ocho o nueve perros
Que se muerden, se persiguen, se torean
Y sirven, al final, para que el marido de la mujer
Se suba al más grande como a un caballo.
Están desocupados todas las noches
Si no es que viene la policía. Al otro día
Los perros ladran en seco la tarde entera.
Las familias decentes duerman hace rato
Entre remolinos de viento, tierra y cumbia
Que prendió un vecino con las ventanas cerradas,
Nadie sabe quién es, ni quién le grita,
Porque nadie anda, nadie duerme, nadie escucha.
La cumbia grita en seco la noche entera.

II
Si hubiera una obsesión por ahí
Me ayudaría.
No es sentarse nada más
O la visión abierta de repente
En el techo, desde la almohada.
Ni la decisión contra la noche.
Si hubiera una obsesión
Con la que discutir todos los días
Con la que sentarse, todos los días…
Como inclaudicable.
No es el golpe urgente
No es pararse, ir y abrir
Tal vez nunca conozca un propósito
Tal vez haya sólo distracción.

III

El viento lleva y trae los ruidos del barrio
Cuando es un sonámbulo, después de todo,
Inimputable. No rompe esa botella, dispara,
No silba en la esquina o mete cambios a otra parte.

Barrio pobre pero no de emergencia
Tenemos ese problema hace rato.

Las bardas y el viento secan todo el barrio
Y al otro día dejan la vereda a la miseria
De tierra, de soretes y piedras.
Las piedras ruedan en seco el año entero.

Los monoblocks se sientan unos contra otros
Y esconden la boca oscura de las escaleras
Y esconden las caries de fierro y de cemento,
Como fantasmas entre cables se sientan
En la laguna seca en la que se paró un arquitecto,
Un fantasma solo que sentó a mi barrio contra el viento
Las escaleras abren el eco de los perros
Que no se cansan de ladrar como un octeto de huesos.

IV

Me siento como el testigo de la noche,
Que se sienta en lo alto del ojo de la tormenta.
Me siento como el conserje de la noche, entre los cables
La noche blanca por el viento, noche seca,
Que paraliza calles y me acumula tierra
Entre los papeles como los cables entre los árboles
Que son pocos y largan hojas secas con algas
Como las canaletas, hechas de barro duro como venas
Con algas y ramas de esta laguna seca
De donde nacen piedras y nacen perros
En el alba, como un enriedo de alambres.
Y a punto del alba, nadie habla hasta mañana
Cuando los chicos y sus perros negocien en la siesta
Como árabes parados al rayo del sol
Cuando dejen solo a uno, jugando a la pelota
Fusilando plantas y yuyos contra la pared.

En el viento espinado que desovilla la noche
Hay una bolsa que tiembla contra el alambrado.
La bolsa tiembla en seco mi vida entera.

Texto agregado el 29-03-2006, y leído por 118 visitantes. (1 voto)


Lectores Opinan
13-02-2008 impresionante arrasador poema... muy bueno, de veras me sale decir gracias***** diantreb
 
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