¿Es irónico el amor? No lo sé,
pero aveces presenta matices raros,
si no lo cree, juzgue usted.

Esto le sucedió a un amigo,
tan lejano como cercano puede ser,
me lo encontré en el camino,
frente a un espejo, piense bien.

Macho como él mismo
desde niño quiso ser,
en parejas no hubo tino,
pero el respeto a la mujer
comenzó a ser sagrado,
pues creció tan aislado
que las veía con placer.

Tan hermosas eran todas,
tan lejanas las ve él,
cultivó bien el respeto
para a una serle fiel.

Su ternura, incomparable,
su dulzura como miel,
decía: de la mujer es el cariño,
no merece un hombre infiel.

Que la cuide y la proteja,
que la sepa conocer,
un hombre bueno y muy amable,
su complemento como ser.

En estas y en otras tantas cosas,
cantidad de detalles por doquier,
trabajó, éste mi amigo,
para a su compañera complacer.

Entre esa multitud de tantas diosas,
encontró una, que podía ser,
un poco insegura y belicosa,
pero no importa
porque amar es un placer.

Lo que viene ya no es poesía,
es un desconsuelo fatal,
lo intentaré escribir en rimas,
pero disculpe si suena mal.

Veintitrés años cumplidos
y tres de un mal pasar,
le enseñaron a esta diosa
que amar está demás.

Lo que busca es placer,
no se deja conquistar,
el cariño es cursilería,
pues la magia está en desear.

Los hombres son objetos
que se excitan, nada más,
no conocen el respeto,
sólo quieren disfrutar.

Es lo que ve en cada hombre,
por tanto enamorarse, ella jamás,
no hay excepciones, es lo que piensa
ya cansada de buscar.

Pero en fin...

Cruzáronse los caminos
de esta dama con mi amigo,
él, soñador por excelencia,
ella, sin sueños su existencia.

Ella, acostumbrada a lo superfluo
exigía acción después de un rato,
él, romántico y atento
seducía con recato.

Sus palabras eran tan dulces,
puro amor y armonía,
de ella, los oídos ya cansados,
todo aquello la aburría.

¡Ya basta!
Con rabia ella exclamó
¿No piensas que es bastante,
que mucho tiempo ya pasó?

¿Para qué?
Sorprendido el preguntó.
Cuando te amo no importa el tiempo,
pues sólo estamos tú y yo.

Cada momento contigo es un placer,
cada momento es único contigo,
eres linda, mi amor, un ensueño,
mi compañera y yo tu amigo.

Pensaba entre tanta cosa,
¡Qué aburrido es este hombre!
Mientras él la convencía
que si no amas eres pobre.

He ahí esa ironía,
lo que el había aprendido
es que tanto hombre y mujer,
cien por ciento placer
y cien por ciento afectivo.

El hombre, del placer,
un noventa despierto
y dejamos los otros diez,
por si acaso el sentimiento.

La mujer,
un noventa es lo que siente
y para eso del placer,
un diez es suficiente.

Para a su compañera complacer,
cultivó su diez y menguó el noventa,
pero por esas ironías su mujer
su cuenta también dio vuelta.

Una mujer como muchos la quieren,
un hombre como muchas lo esperan,
pero la vida es la que manda
y ella quiso empatar la apuesta.