Recuerdo el primer momento
llegaste de prisa a la primera cita
una camisa azul te acompañaba
y me buscabas a lo lejos como si ya
me conocieras.
Sentada a unos metros te observaba
con estupor y con timidez
la hoguera interna se mostraba
lenta, ardiente, deseosa, ingenua,
te pensaba, te sentia, te miraba.
¿Debía correr hacia tí?
¿O quedarme quieta escuchando mi respiración?
Con la mirada fija en el crepusculo de tu
cuerpo, tibio, nervioso, inquieto
decidi esperar.
El corazón, mi corazón ya no estaba
en calma y el tuyo tampoco
te observaba y pensaba
solo será un beso uno intenso
que cubra las llamas de esta pasión
sin palabras.
¿ Huir o correr hacia tí con un andar
sútil, seguro, frío?
Me acerqué, miré tus ojos,
sabiamos quienes eramos,
no dudamos, sabiamos lo que haciamos,
me deje guiar.
Ya no estaba en una banca
esperando tu llegada,
estaba frente a ti enfrascada en tus labios
en tus besos que hacían eco
en mi alma.
¡Me solté!
Fueron tus ojos los que me invitaron
a correr con pasos delicados
a tu mágia, a tu hechizo
probarte y desearte
en esa primera cita
que el destino nos deparaba. |