Dedos Torpes.
Ya tiene dieciocho años, y hasta hace nada le han estado atando los cordones y abotonando. Ahora le compran zapatos mocasines y zapatillas deportivas con velcro, las cazadoras con broches, jerséis en pico y pantalones de gomas.
De niño, era muy selectivo con las comidas, sus menús se reducían a lentejas con chorizo en puré, y virutitas de jamón serrano con migas de pan, que él recogía del mantel mojándose el dedito en la boca. No hablaba más de tres palabras, mamá, papá, agua.
Antes de la edad escolar por consejo facultativo, lo llevaron a un neurólogo muy prestigioso que le hizo un examen completísimo, esperaron el resultado temiendo una mala noticia. Llegado el momento, el médico dio el ``veredicto´´ con una sonrisa tranquilizadora, tienen un hijo con un coeficiente de inteligencia altísimo –dijo el doctor-, les felicito no es superdotado. Desde entonces no dejan de dar gracias a Dios cada día, si llega a serlo, solo Él sabría que comería, y seguro andaría por la vida en túnica y chanclas. |