Amiga mía…
Parecía que todo lo que me rodeaba me atacaba día tras día, y que algo, para bien o para mal, esperaba el mínimo atisbo de felicidad en mi espacio vital para hacerlo desaparecer.
Pero ¿y qué? Amiga mía…
Hoy miro a tu alrededor y digo: hoy es un buen día. No lo crees, ¿cierto? Cierto, no me engañes.
Amiga mía eres fuerza, tú, que sabes lo que pasa por mi cabeza, léeme ahora el alma, no tengo más cadenas que las que tu me lanzas.
No te preocupes, no me duele, sólo quiero que sepas que si tú caes yo caigo… y que estas palabras van en mi provecho, pues no quiero caer…no me creas, dependo más de ti que de mi propia persona.
Solo decirte que…que tienes un cerebro independiente de comentarios, o debes tenerlo. Levanta la mano, apóyala la parte izquierda de tu pecho y piensa en lo que te digo: eso es lo que importa, eso es lo que tomará durante toda tu vida tus decisiones de primera mano, eso es lo que te confesará el nombre de la persona por la que vivirás, eso es lo que te avisará de cuántos años llevas viviendo anécdotas y lo que hará que pienses a diario en tus errores porque ahí dentro se guarda el sentimiento y la conciencia.
Vuelve a levantar la mano…apóyatela en la cabeza esa que tienes, ella es a la que supuestamente intentamos hacer caso y muchas veces por eso andamos en contra de nuestra personalidad.
Amiga mía, vales muchísimo, no sabes cuánto. ¿Te confieso algo?
Cuando estoy mal pienso en ti para desahogarme y cuando quiero reír, pienso en ti para soltar contigo carcajadas.
Mi niña, estas letras son algo improvisado, lo dicho te aseguro que antes ha sido sentido, y estoy segura de que, puede que no sea por mi, sientes lo mismo por alguien. Así nos entendemos.
Alza la cabeza, mira hacia el frente, la persona que no te muestre afecto no se merece el tuyo, piensa con el corazón, ama con la mente y nunca bajes la guardia.
Eres oro nena, y como al oro debes tratarte
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