Al analizar la apología de Sócrates, podemos encontrar una gran cantidad de temas, entre ellos elegí uno que para mi tiene gran relevancia, la enorme similitud existente entre las vidas de Jesús y Sócrates, si bien, en contextos diferentes, coincidentes en actitudes similares, las cuales van dejando una senda que abre el camino a generaciones posteriores para una reevaluación y transmisión de su mensaje. El análisis que voy a realizar será enfocado en el juicio, en la sumisión ante su destino y ante la divinidad.
A fines de invierno del año 399 a.c, se daba inicio al proceso de examen de las acusaciones que sobre un tal Sócrates habían presentado tres ciudadanos: Anito, Melito y Licón. El proceso estaba dentro de los parámetros normales de la época y Sócrates, aunque con serias desventajas, tenía la posibilidad de salir casi intacto,¿qué fue entonces lo que hizo que Sócrates, conocedor de su situación, acometiera contra los jueces no dejándose escapatoria?, si bien parece un error, Sócrates tenía claro que con ese juicio se cerraba su destino, no porque la inexperiencia (lo que no significa falta de sagacidad) de Melito fuera un obstáculo insuperable, si no al parecer, por el cumplimiento de causas superiores.
“¿Por qué han venido ustedes con espadas y con palos a arrestarme como si yo fuera un bandido?. Todos los días he estado entre ustedes enseñando en el templo, y nunca me arrestaron, pero esto pasa para que se cumplan las escrituras” .
Con estas palabras comienza el arresto de Jesús, palabras muy semejantes a las enunciadas por Sócrates en su defensa, si bien, ambos juicios son diferentes en forma, en los puntos clave son muy parecidos. Sócrates, de manera muy similar a Jesús, dice estar en ayuda de una divinidad, ya que esta, al hacer la declaración de la sabiduría de Sócrates, llama al resto de los humanos a ser como él. Jesús también es llamado a portar un mensaje, y desde su persona también parte la imagen de un modelo lleno de virtudes a seguir.
Remitiéndonos al juicio, podemos caer en cuenta de que ambos personajes son por su propia idea y por la idea de sus acusadores una razón o un motivo para una reacción en la sociedad. Jesús y Sócrates fueron condenados a muerte como escarmiento para los sectores de la sociedad que representaban o mejor dicho, a los que fueron incorporados, Jesús al grupo de los alborotadores religiosos y al grupo de los zelotas; Sócrates al grupo de los sofistas y los physicos. La serenidad de su recibimiento de la condena de muerte, se debe de una asimilación de ella a un objetivo mayor, Sócrates, al objetivo de mantenerse firme en sus virtudes y así, de ese modo ser un ejemplo de hombre virtuosos, lo cual fue comprendido por algunos de sus seguidores; y, a su vez Jesús, el objetivo de la redención de todo el que creyese en él. Esta convicción explica en parte las respuestas condenatorias que ambos dieron en sus respectivos juicios. Sócrates, ante la pregunta de cual debería ser su castigo, dio la siguiente respuesta “Soy digno de algo bueno, señores atenienses, si es que debo proponer algo realmente conforme a mis merecimientos. ¿Cuál puede ser este bien que me convenga a mi, benefactor pobre que debe vivir en el ocio para poder exhortaros?, no hay nada, varones atenienses, que le convenga tanto como ser mantenido en el pritaneo” . Si Sócrates hubiera dado para si cualquier otra condena, esta seguramente hubiera sido aceptada, pues los jueces tenían la posibilidad de elegir entre la pena dada por los acusadores y la dada por el acusado, si partimos por el hecho de que la pena de los acusadores era excesiva, nos daríamos cuenta que incluso una pena de bajo nivel tenía grandes posibilidades de ganar contra ella, ¿Pero por qué Sócrates debía negar lo que el creía recompensa necesaria para sus meritos?, al dar una premiación como alternativa contra la pena impuesta por los acusadores, a los jueces no les quedo mayor opción que condenarlo a muerte. Jesús por otra parte recibió la siguiente pregunta, “¿Así que tu eres el hijo de Dios?” , a lo que Jesús le contesto “Ustedes mismos han dicho que lo soy” , si simplemente hubiera negado su divinidad, el juicio hubiera terminado en ese mismo momento, pero el hecho de acreditarse hijo de Dios fue razón suficiente para su condena ante la Junta Suprema, ¿Pero por qué Jesús debería haber negado su naturaleza divina ante ellos?.
Ambos personajes tienen una mirada resignada hacia su destino y sin olvidar el miedo y el sufrimiento que ambos sintieron a lo largo de su vida, la visión de la muerte como una puerta abierta a una nueva etapa, en todo sentido mejor que esta, es uno de los puntos mas significativos dentro de la comparación.
Es necesario mas espacio para abarcar este tema a fondo, pero a través de las pinceladas dadas se puede llegar a comprender que las semejanzas son significativas. Puede ser que la figura de Sócrates haya inspirado cualidades sobre la de Jesús, impuestas estas por los evangelistas para elevar el nivel virtuoso de la figura del cristo, al igual como el propio Platón las pudo haber impuesto en Sócrates. Cabe la posibilidad también que los personajes mencionados sean obra de la necesidad de satisfacción de las carencias de los pueblos en que se originaron, viendo en sus figuras casi míticas la postura del equilibrio.
En conclusión, sea cual sea la base de su parecido, este rebosa de virtuosidad, señalando en ellos arquetipos de personas correctas, inalcanzables en cierto modo, pero dignas de seguimiento, las cuales con el ejemplo del apego a su propia
Ideología, marcaron el paso a seguir en su cultura de origen e igualmente, en la nuestra
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