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(comprendo que es bastante largo , pero estuve dos dias sufriendo en la montaña)

Un viaje hacia Huertas Malas.

Volvíamos a capilla del Monte, siempre se vuelve a Capilla.
Inspirados por un relato que habíamos leído en Internet íbamos en busca de nuestra propia historia
El viaje comenzó en la Terminal de Rosario donde nos disponíamos a esperar el micro que salía a las 4 y 20 de la mañana, debíamos esperar 4 horas ya que eran las 12 de la noche recién
Teníamos pasaje para Córdoba capital y de ahí íbamos a tomar otro micro hacia capilla, como hicimos la primera vez que fuimos, pero siempre hay una fuerza que hace que las cosas que se tienen que dar se den, a Matías se le ocurrió preguntar si había un pasaje directo a Capilla del Monte y cuanto salía, y a los 10 minutos estábamos arriba del micro rumbo al Uritorco, esta vez éramos tres, Gisell, Matías, y yo.
Al día siguiente al mediodía estábamos instalándonos en el camping municipal y se acerca un rasta diciendo ¿sos vos Lucho? , era el puma, un amigo de buenos aires que habíamos conocido allí la vez pasada, luego llego Lorena, su mujer y al rato Nando y El Tarta.
Allí nos enteramos, salíamos para Huertas Malas esa misma noche.
Preparamos las mochilas lo mas livianas posible, una mochila de escuela cada uno, una bolsa de dormir y una carpita iglú para dos personas, luego comimos algo y esperamos que llegue la hora de la partida.
Gisell, Matías y yo nos fuimos al centro a buscar un remiss que nos lleve al camping de La Toma, lugar de donde íbamos a empezar el camino, los demás fueron hasta allí en auto con todo el equipaje.
Cuando nos encontramos en La Toma después de dar vueltas entramos al camping y comenzamos a buscar un lugar por donde subir.El guía era Nando y después de un par de intentos fallidos encontramos un camino viable que nos llevara al camino principal de subida al Cerro Uritorco.
Ya en la escalada se desprendió una piedra que fue a impactar contra mi pierna derecha partiéndose en dos (la piedra) y ya podía sentir la sangre que se me pegaba en el jeans que llevaba puesto.
Una vez en el primer descanso del camino de la subida al cerro nos detuvimos y comimos unas manzanas que llevábamos y a fumar un cigarrillo.
El camino hasta el valle de los espíritus siguió sin sobresaltos, a mi me invadía una energía extra salida vaya a saber de donde y no me sentía cansado para nada.
Después de unas horas de caminata y luego de algunas interrupciones llegamos al fin al valle.
El lugar me traía muchos recuerdos y creo que hablo por todos cuando digo que sentí una sensación desagradable al ver en que estado de abandono se encontraba el lugar, ya no era lo mismo, no había nadie solo una pequeña carpa con un alemán loco que estaba ahí solo haciendo noche, pero que igual yo nunca vi.
La peor sensación me invadió cuando entramos al refugio semidestruido, nunca debí haber entrado allí nuevamente, después de lo sucedido, la energía era rara y fuerte.
Una vez que armamos las carpas los chicos hicieron una fogata para cocinar el cactus de los cuatro vientos o san Pedro , llamado asi por ser el portador de las llaves de las puertas del cielo,pero esa experiencia es privada y me la voy a reservar para los que compartieron conmigo aquella noche.
El día amaneció feo como para llover y uno de los chicos que se había ido a dormir temprano dijo -esto no es para mi yo me vuelvo, ya tuve suficiente-, y emprendió la retirada por el mismo camino que habíamos llegado al valle.
Nosotros estábamos decididos a llegar a Huertas Malas así que lo despedimos y seguimos camino.
Éramos siete aventureros, Nando, El Tarta, Sebas, El Puma, Gisell, Matias, y quien relata.
Empezamos a subir como yendo para la cima hasta que llegamos a un lugar donde había una tranquerita que decía propiedad privada, la saltamos y frente a nosotros, mejor dicho abajo, estaba la filosa cuchilla por la que teníamos que bajar.
Vista así al descuido parecía algo fácil, sentía como si la pudiera bajar corriendo pero una vez sobre su filo comprendí cuan equivocado estaba.
Las caídas eran constantes en los miembros del grupo ya que el terreno era muy difícil y patinábamos a cada rato puesto que no había camino y había que bajar despacio y agarrándose de unos pastos que hay en el lugar.
Yo era el último de la fila ya que no traía el calzado apropiado y patinaba constantemente.
Para completar el cuadro comenzó a llover, si antes patinaba ahora sentía que era un tobogán hacia la muerte aquella bajada.
Después de tantas caídas, algunas simples caídas, otras muy peligrosas, llegamos a una parte en que el terreno se hacia barroso, blando y con mucha vegetación espinosa y de todo tipo, era el ultimo tramo hasta llegar a Huertas Malas.
El lugar era tan bello que supe que valió la pena el esfuerzo para llegar, a pesar de sentir que había estado cerca de la muerte estaba feliz de estar allí, lo que ignoraba por completo era que ese tramo del camino era solo el principio del viaje.
No paraba de llover y Nando se puso a buscar una cueva para refugiarnos hasta que nos llevo a la Cueva de los Alacranes, allí nos metimos y una vez dentro cocinaron un guiso tipo sopa que nos dio un poco de calorías a nuestros cuerpos cansados.
Una vez que descansamos bien y nos alimentamos adecuadamente decidimos que era hora de regresar a La Toma, lo que pensé que seria fácil, después supe lo equivocado que estaba
Comenzamos a caminar por lo que creíamos era el camino de regreso conocido por Nando y El Tarta hasta que poco a poco nos fuimos dando cuenta de que nadie conocía el camino de regreso, solo sabíamos que siguiendo el río se llegaba a La Toma, nada mas.
Caminábamos por senderos inexistentes llenos de espinillos que rasgaban nuestra piel y piedras que lastimaban nuestras manos y llegábamos a precipicios que nos decían- no muchachos por acá no es-.
Volvíamos atrás y elegíamos nuevos caminos hasta que también se cortaban como si fuera un capricho del cerro que de arriba nos miraba y se reía de nosotros.
En un momento dado de la caminata como faltándole el respeto a tanta inmensidad Nando decidió subir por un precipicio hasta llegar al camino del cerro y empezamos a escalar sin mirar atrás, pero la energía del lugar fue mas fuerte que nosotros, llego un punto en que colapsamos .Yo quede sentado contemplando inmóvil el vacío y diciendo -no subo ni bajo mas me quedo acá esperando que me rescaten- y la novia de Nando quedo de espaldas al precipicio agarrada de unos pastos llorando sumida en un ataque de nervios , los demás del grupo también estaban bloqueados.
Fue sebas el que comenzó a bajar nuevamente por donde habíamos subido hasta llegar a las márgenes del río y así uno a uno lo fuimos siguiendo Gisell, Matías, El Puma, yo, y los demás.
Una vez abajo el terror había pasado pero sabíamos con certeza que estábamos perdidos y el malestar en el grupo era cada vez más fuerte.
Seguimos la macha entre espinas piedras, barro y agua helada, y el día se iba agotando al igual que nuestras esperanzas de llegar ese mismo día al camping.
Nos atrapó la noche y caminábamos sin saber por donde y empezaron los desacuerdos sobre seguir la marcha o no seguir, yo queria hacer noche ahí y descansar para seguir al día siguiente con la luz del nuevo día, y otros del grupo pensaban igual que yo, pero Nando estaba empecinado en continuar la marcha a oscuras.Fue El Tarta el que dijo- hasta acá llegue yo- y se quedo solo en un claro con mi bolsa de dormir durmiendo a la intemperie.
Después de dudar y discutir un poco decidí seguir al grupo comandado por Nando.
Por suerte llego un punto en que todos entramos en razones y decidimos hacer noche en el primer claro que encontráramos y así fue como armamos las carpas, yo dormí en la carpa para dos de Matías con el y con Gisell, todos mojados muertos de frío de hambre y de cansancio intentamos conciliar el sueño, tarea que nos fue muy difícil de lograr dadas las condiciones.
A mitad de la fría noche se nos empezó a desarmar la carpa y el miedo iba ganando terreno en la mente de Gisell que se había mostrado bastante fuerte hasta el momento.
Salimos con Matías a tratar de arreglar la carpa y yo encontré una manzana podrida en mi mochila le ofrecí a Matías, el no quiso, los demás dormían así que sacándole los pedazos podridos comí yo esa manzana .Luego entramos en la carpa y desperté al amanecer todo contracturado y dolorido, pero dispuesto a llegar a La Toma cueste lo que cueste.
Ya el cansancio y la desesperación jugaban con nuestras mentes y esta vez fue Nando la victima. Se despertó increpándonos a mi y a Matías y Gisell de que habíamos comido a la noche y no les habíamos convidado así que gritaba.-por que unos comieron, y nosotros no-, y la mala onda crecía minuto a minuto, pero a mi no me importaba ya que comparado a lo estábamos viviendo eso era una pequeñez sin importancia alguna.
Seguimos el camino bordeando el río que estaba muy crecido por la lluvia que se había desatado el día anterior y otra vez el cerro jugaba con nuestro destino colocándonos precipicios en el camino como si fuera un laberinto.
En un momento dado de la caminata el río se abrió en dos ramas o al menos eso me pareció y ya no sabíamos cual era el río a seguir.Luego empezamos a bajar por un precipicio en que había que bajar sentado y muy despacio y agarrándonos de una ramita, una ranura de la piedra, poner el pie en un huequito, luego el otro y así y contando que al menor descuido te ibas abajo y te quebrabas todo seguramente.
Así siguió el camino por el río, el paisaje era hermoso, unas ollas de agua impresionantes con cascadas imponentes y el ruido del correr del río, pero el agua era helada, las piedras lastimaban y te podías resbalar con facilidad, llego un punto que ya no me importaba el frío y cruzaba por el río mojándome hasta la cintura, antes que caer de una piedra prefería mojarme.
Caminamos así hasta que llego un punto que el paso del río era bastante difícil, había que trepar por una pared de piedra , era peligroso así que Gisell motivada por una fuerza interior provista creo yo por la desesperación encontró un camino no tan peligroso y Matías y yo decidimos cruzar por allí. Ella cruzo bien, Matías se cayo al agua y yo casi me caigo solo que como soy mas largo creo por eso no me caí.
Llego un momento que los demás empezaron a seguir a Gisell que iba encontrando nuevos caminos que parecían mas viables hasta que vimos un primer indicio de que estábamos cerca. Una piedra con una inscripción.comenzamos a gritar “civilización” y eso nos motivo a seguir, en ese momento, en mi interior, yo sabia que estábamos cerca y que íbamos a llegar a La Toma.
Después de caminar largo rato por el río cruzándolo de lado a lado para encontrar caminos el cerro nos presentaba un ultimo obstáculo, era una pared de piedra que había que pasar agarrándose del lugar exacto y luego como en zigzag deslizarse hasta hacer tope con el pie en una saliente de la piedra , ya que si no hacías tope ahí te caías directamente al rio.Fuimos bajando uno por uno por esa piedra para seguir caminando hasta que en un momento vimos personas , eran personas como nosotros humanas reales , imperfectas , no lo podíamos creer , la energía cambio, de inmediato cada uno de nosotros, creo yo ,se tranquilizo y comenzó a imaginar el asado que se comería al llegar al camping.
Luego de seguir caminando ya con una alegría producto de la esperanza el camino se hizo más fácil y nos cruzamos dos grupos más de gente que iba en dirección contraria a la nuestra y al rato vimos el camino que nos llevaba al puente colgante de La Toma.
Ahí nos separamos, Gisell, Matías y yo caminamos mas tranquilos y nos quedamos atrás, luego cruzamos el puente, les saque una foto y salimos de La Toma los tres.
Me senté en las escaleras del bar del mirador del uritorco me descalce, me puse un pantalón corto y tomamos un remiss rumbo al camping municipal.
Esta travesía fue para todos nosotros una prueba física, pero sobre todo fue una prueba mental, de eso estoy seguro.
Luego los días transcurrieron con tranquilidad como en cualquier viaje a Córdoba con asados, salidas al centro del pueblo y compras.
Pero Huertas malas dejo una espina clavada, nos peleamos con Nando y la onda era negativa, yo decidí hablarlo pero no dio resultado así que me dije ya fue era lo que tenia que pasar.
Pero no todo fue negativo.
Reforcé mi amistad con El Puma quien me eligió para que lo acompañase en su despedida al cerro, e hice nuevas amistades Silvina y Diego, dos personas que me hicieron divertir mucho.
Además conocí lugares de Capilla que no conocía y que luego compartí con mis amigos.
Pero el viaje no estaba completo si no íbamos a Los terrones, lugar donde dicen se encuentra el portal de Erks.Asi fue como el penúltimo día nos dispusimos a visitar Los Terrones, Gisell, Matías; Diego y yo.Lo que se ve y se siente en ese lugar no se puede explicar, ni quiero hacerlo tampoco, deben verlo con sus propios ojos, como dicen todos: Capilla espera por uds.
La última noche que estuve en Capilla hicimos un asado y propuse un brindis en ronda, yo brinde por lo que se gano y lo que se perdió en ese viaje, Matías agrego: y lo que se aprendió.



CUATRO VIENTOS






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Texto agregado el 28-03-2006, y leído por 544 visitantes. (5 votos)


Lectores Opinan
22-05-2006 Cuando uno busca y no encuentra es porque ni buscar ni encontar salvan. lucana
18-05-2006 Estupendas imagenes visuales....hasta me rasgue el pantalon!!! Buenisimo!!! Ciiara
04-04-2006 exelente narrativa con bellos paisajes y una gran aventura elidaros
30-03-2006 "y lo que se aprendió." Lo mismo pensé cuando volví de Capilla. Me parece que la próxima vez me voy a Huertas nomás. Un abrazo. Mcavalieri
28-03-2006 Muy bueno! um poquito largo, más gusto. ternura2006
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