Te imagino dormir, que no es lo mismo que verte dormir. En imaginarte dormir se me escapan las fuerzas como un globo pinchado. Verte dormir sería mas parecido a enchufarme al tomacorriente. Te imagino en una cama que no conozco y en el esfuerzo de construir las patas y las tablas se me caen el sudor y las lágrimas. Entro despacio para no despertar a las hormigas y a tu familia y estar desviando trenes y transatlánticos para otros países me tiene de puntillas.

Te imagino dormir y es tan diferente a verte dormir y descrubir caramba, que uno también se quedó dormido envenenado de tu sueño . No es asi. Cuando te imagino dormir el veneno tengo que inventármelo yo. Preparlo yo. Inyectármelo yo. Y darme cuenta al fin y al cabo de que soy un farmaceútico mediocre. De que la droga es mala. De que lo único que hace es bulto en mis venas. De que me caigo al suelo como un drogadicto engañado.

Te imagino dormir y me recuesto a tu lado. Me canso de rebotar en tu cama para que me percibas. Al cabo desisto. Me dedico a mirarte, para lo cual también me gasto otro millón de unicornios. Poniéndo la mano aqui, imaginando donde acaba tu hombro, donde comienza tu cuello, que tan tibio es tu pecho.

Te imagino dormir y finalmente me duermo también. Pensando o soñando que tal vez mañana cuando despierte, estarás ya caminando, desayunándote el mundo. Y yo, no tendré que imaginarte dormida, ni montar unicornios, ni inyectarme mi antídoto liviano, ni deviar transatlánticos, ni brincar imperceptible sobre tu cama. Recuperaré mis fuerzas, mis piernas, mi amor própio, bajaré de mi cama sonriente, lavaré mi cara y de reojo miraré al mundo para advertirle una vez más que yo también, me lo voy a desayunar.