De trasero empinado
en flamante gasa blanca
que dejaba ver la pequeña máscara de tu sexo,
reinabas sobre las envidias
Me inquietaste cuándo sólo eras una mancha
y ya en tu presencia ardí sin remedio.
Queriendo arrancar tus ojos grises,
queriendo romper con mis manos tu cuerpo.
Pero tu sonrisa de puta hermosa
me revolvió las entrañas,
me avinagró el deseo,
me arrancó de cuajo el rojo anhelo.
Por qué no te compré
Por qué no comí de tu carne hermosa y prostituida
Por qué no me hundí en tu húmedo infierno
Por qué no te preñé de mi semilla impía
Hablando de cortesanas
Rojas diría: “...y profané ese templo.”
Yo vulgar y lascivo
No soy capaz de tocarte ni en mis versos.
Texto agregado el 28-03-2006, y leído por 151
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Lectores Opinan
05-05-2006
La última estrofa bien vale el poema. clown_is_alive