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El día que entré a trabajar de intérprete en la comisaría Concha me pidió que ordenara una montaña de permisos de residencia.
—Así no te aburres—me dijo.
Un par de horas después se colgó el bolso del hombro y me dijo:
—Tú haz lo que quieras. Yo me voy a almorzar.
La acompañé a la cafetería. Marisa se sentó con nosotros, era una mujer de hermosas curvas y mirada incitante, que removía con gran finura su café con sacarina. Sin duda era la chica más guapa de la comisaría, tal vez por eso le tenían tanta manía las otras funcionarias y hablaban de que si se acostaba con el comisario o con el teniente y cosas por el estilo. Mientras desayunábamos Concha y yo ojeábamos el Ké Me Dices que alguien se había dejado sobre la mesa. Era el principio del verano.
—La otra noche me encontré al marido de la Karina en una discoteca —le dije.
—Pues yo el otro día me fui a la playa —dijo Concha con extraño entusiasmo— y ¡me encantó, me encantó! ¡Todo el mundo estaba fondón! Claro, te vas a la playa y te esperas encontrarte sólo cuerpos Danone y, ¡qué va! ¿Estaban todos, casi todos, fondones! —Concha no paraba de reírse mientras lo contaba, acelerándose cada vez más— Entiéndeme, yo también estoy fondona. ¡Pero es que en la playa estaban todos fondones! ¡Estaban todos fondones!
Concha estuvo repitiendo aquella frase una y otra vez, siempre hablaba así. A mí me encantaba escucharla.
Al final Marisa se dignó a comentar:
—Desde luego Concha, no entiendo esa fijación que tienes con el físico.

A los pocos días se definió mi rutina de trabajo. Me pasaba la mañana archivando hasta que, allá a las 12:30, me iba a la sección de DNIs a poner cuños en pasaportes. Mientras cuñaba un pasaporte detrás de otro me distraía hablando con Concha, a través de la pared de carpetas de documentación de extranjeros. Comentábamos las canciones de Kiss FM, hablábamos de cocina, de las vacaciones, de todo lo divino y lo humano, como diría Concha. De vez en cuando, cuando me encontraba con la foto de alguna chica guapa que había venido a hacerse el pasaporte se la enseñaba para que me diera su opinión.
—¿Qué te parece esta chica para mí?
Y ella estudiaba la foto y me decía, «no» o «ves, yo creo que esta chica sí que te pega».
Al final de la mañana Eugenia entró en el despacho, suspirándo y quejándose, ay, ay, para buscar un expediente, que acabé buscándole yo. Eugenia era una señora mayor, rubia permanentada y profusamente maquillada que, de tanto en tanto, aparecía por la sección de archivos y me decía: «James, I need your help». Lo cual quería decir que tenía que ir a extranjeros a traducir algo. La mujer era muy cariñosa con los extranjeros que venían a gestionar sus papeles, sobre todo con los negritos, los moritos no le gustaban tanto. Eugenia se espatarró en una silla y empezó a abanicarse, siguió quejándose del calor y, de pronto, empezó a exponernos una idea que se le había ocurrido para solucionar el problema de la inmigración en nuestra ciudad.
—¿Sabéis lo que me gustaría ahora a mí? ¿Con este calor? Irme a la playa, y que unos cuantos de estos negritos vinieran a abanicarme. ¿Sabes? Eso me gustaría hacer a mí ¿Te imaginas? Así les doy trabajo. Los negritos abanicándome en la playa y yo de madame. Yo allí en bikini y los negritos abanicándome, no me digas que no estaría bien. Me podría montar un negocio.
Concha empezó a pegar gritos.
—¡En bikini, dice!
Yo le dije que estaría muy bien, porque hay mucha gente que se va a Santo Domingo para eso mismo y que estaría muy bien tenerlo aquí en la playa.
Eugenia estaba encantada cuando se fue, toda abanicada y con el expediente en la mano.
—¡Ha perdido la olla! ¡Ha perdido la olla! ¡Se ha vuelto loca! —continuó gritando Concha.
—Sí, la verdad es que la idea de llevarse a los negritos pa que la abaniquen tiene cojones.
Pero Concha siguió gritando:
—¡Ha perdido la olla! ¡En bikini, dice, con lo gorda que está!

Texto agregado el 27-03-2006, y leído por 235 visitantes. (4 votos)


Lectores Opinan
27-02-2008 Pues sí que ha perdido la olla... Ambiente encantador. Da ganas de trabajar en una comisaría. sophie
02-08-2006 Ca uno es ca uno, y sus caunadas... Nomecreona
04-04-2006 Las maderas son la leche. onanista_por_palabras
 
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