Siendo entonces el ente portador del ser el resultado de una relación directa entre individuo y mundo (fuera de todo lo consensuado), porque en este caso el ente (en este caso el individuo) porta algo realmente que es el ser (el ser como facultad de crecimiento, maduración y cambio, transformación en el ente, del ente) entonces ¿Qué es el ente del ser? Si el ente portador del ser es un ente que porta el ser ¿Por qué habría de ser el ser un ente distinto al ente portador del ser? Veremos: el ente que porta al ser, que tiene ser (physis) podemos visualizarlo como un ente en comunión. El acto de ser es precisamente una facultad de intercambio energético todavía más allá del entendimiento y de la comprensión, es, sencillamente comprender la facultad de intercambio energético y ese comprender y ser en intercambio energético permite mutaciones en el ente en quien estas cosas acaecen y es a este acaecer a lo que llamo ser (es como existir en movimientos, cambios, superaciones, con las cosas, un existir lógico en donde hay un nutrir). Ahora bien: el ente portador del ser no tarda en descubrir que sus facultades de ser posee características propias, algo así como un modo peculiar de relación energética para con las cosas. El ente portador del ser descubre que su acto de ser posee una manera. Quizás descubra que posee una manera y un color, quizás hasta una suerte de aroma y sus sueños ocurran en paisajes característicos en lo cuales ese ente puede actuar su característica propia libremente, cosa que al ente portador del ser (al humano, por ejemplo) se le dificulte hacer aquí; y, quizás poco a poco comience a intuir que la actitud de ser que le es propia tiene una forma propia que poco a poco se le dibuja como un ente distinto a su portador.
Es un ente que se gesta o que se aparece en el ente (el individuo) portador del ser, precisamente mediante el acto de ser.
(Ve hace imposible entonces saber si se es hombre (o mujer) o alguna otra cosa)
De los sueños y sólo de éstos se obtiene toda aclaración.
Difícil, más no imposible, es hallar el vínculo… no es imposible hallar trazos, rastros, restos, huellas, “trozos”, de lo otro aquí. Pero, por ello, también se hace posible quedar atrapado en el vínculo, por su poder y perder la autenticidad. Añoro los tiempos en lo que se hacia de estas cosas una ciencia y maldigo la aparición de las creencias.
…
Nada de lo aquí expuesto es nuevo: No es el conocimiento lo que ha cambiado a lo largo de la historia sino el uso del lenguaje. Al cambiar el uso del lenguaje (como por ejemplo: lo que las cosas significan) cambia la interpretación de lo que ha sido expuesto como un conocimiento (ojo: conocimiento, no creencia). Al cambiar la interpretación por un cambio en el uso del lenguaje un conocimiento de ser práctico pasa a ser falso, verbigracia: el mito se transforma en mito.
Ahora bien, en cuanto a lo otro: si el ente por ser se convierte o madura en sí otro ente más complejo y completo que no es de este mundo (y que por lo visto no puede ser visto por el lenguaje de este mundo pero un poquito sí sentido y que la doctrina de nuestra religión nos sirva como ejemplo) entonces estamos listos para abandonar este mundo - (si nos emocionamos y no sabemos que ESE ente es para aquí, y que es para aquí a través de nosotros).
Sabiendo estas cosas el brujo se las arregla para obtener energía porque sabe que puede abandonar este mundo – (en realidad la posibilidad de irse de este mundo es el mejor incentivo imaginable para alimentar al ente del ser, para ponerlo gordito, a esta alimentación del ente del ser en el ente portador (el individuo) es lo que conocemos en Venezuela como brujería. El brujo alimenta al ente de su ser con el objetivo de irse de este mundo) – y, si no puede abandonar este mundo al menos ve posible que puede abandonar su forma humana en este mundo. Mientras vivo practica su huida proyectando fuera de sí, a través de un espacio más complejo de lo que somos capaces de entender (porque el sueño puede convertirse en una suerte de espacio material para otro tipo de materia), el ente de su ser - (No sólo lo pone gordito, lo obliga a fortalecer su musculatura) – (¿Historias de Hombres Lobo y Vampiros?). Recordemos que, simples humanos somos materia con capacidad de ahorrar o de desperdiciar relativas dosis de energía, si nos portamos bien y no pecamos (si somos inteligentes en cuanto a técnicas de ahorro de energía); pero, si somos buenos de verdad gestamos en nosotros la posibilidad de ver un mundo constituido de energía-materia, en donde no somos materia contenedora de energía (continentes), sino que esa misma energía se mueve en un campo de energía que, por ende, se constituye en materia en relación a sí misma. Utilicemos el viejo axioma para visualizar esto: “Para el fantasma que atraviesa la pared, la pared es fantasma”. De ahí podemos inferir que, si es este el caso, una pared para nosotros fantasma es sólida para un fantasma. De ahí podemos inferir también como conclusión que la materia es sólo tal en relación a lo que existe en ese mismo estado y que es posible que haya otros estados que no son materiales para nuestros estado pero que sí es material en relación a todo lo que se halle en ese mismo estado. Un mundo fantasma sólo lo es en relación a otra constitución distinta a la suya propia, en su propia constitución un mundo fantasma es sólido y material y en él nosotros somos los fantasmas (porque poseemos un orden material sólo sólido en relación a todo lo que esté dentro de nuestro propio orden). Véase el ejemplo de partículas y antipartículas.
Lo anterior sirve para esbozar una idea de que el sueño puede convertirse en un campo, un territorio, un terreno en el cual puede moverse el ente de nuestro ser. Ese campo, ese terreno puede estar integrado en el terreno que nosotros llamamos material (nuestro mundo), pero lo que llamamos material es sólo lo que nuestra condición, nuestro estado o constitución material ve.
Hay un momento en el cual poseemos dentro de nosotros mismos un ente distinto a nosotros mismos, constituido de energía y conciencia pero materialmente distinto a nosotros mismos, lo “fabricamos” cuando somos, cuando estamos “fuera” de este “mundo”, lo construimos siendo (vale también decir que lo encontramos, lo descubrimos, lo abrimos… que su existencia es anterior a la nuestra .Pero quizás sea de la misma manera en que la semilla es anterior al árbol). Nada de esto es nuevo.
El punto es: siendo así ¿Estamos listos para abandonar este mundo? Se cree que lo que se llama “brujería” consiste en la obtención de energía para poder estar listo para abandonar este mundo. Lo cierto es que la creencia de que mediante la obtención de energía se puede abandonar este mundo está históricamente muy arraigada, el mismo Hegel concibe (en otras palabras) que el ente del ser precisa alimento (energía de la cual alimentarse), en la India se hacían sacrificios humanos para alimentar al “atman” (el ente del ser), en el dólar vemos cómo la cúspide de una pirámide se separa de la misma abriéndose en un ojo consciente, la masonería tras la máscara de la filantropía succiona de lo que puede y lo que cree poder es absorber el ente del ser de otros entes, como grupo, como comunidad, lo logran mediante acusaciones de brujería y satanismo a hombres y mujeres de conocimiento. Perversiones en las cuales indiscutiblemente también cayó la Iglesia, la cual nos echó el cuento de que sólo los buenos irían al otro mundo.
Ahora bien. Si bien nadie se eleva absorbiendo energía ajena, sino que más bien se cae en el infierno ¿Es posible que mediante el propio ser se pueda abandonar este mundo? Pregunto mejor aún todavía: ¿Puede el Santo, el verdadero hombre de conocimiento que sigue la regla de un conocimiento práctico (el incremento y uso de su propia energía y su consecuencia), alcanzar un nivel en el cual habiendo gestado en sí mismo un ser de energía-materia “soltarlo” en el momento de su muerte liberándolo del mundo humano?
(La única manera)
Definitivamente sí.
Pero la mala interpretación de este conocimiento llevó a la usura, al robo y a la mezquindad. Por una razón muy sencilla: el ahorro de energía no implica el no intercambio de la misma. Verán: sólo el intercambio permite el verdadero crecimiento. Pero la generosidad sólo puede ser silente y no falsa. Así que el Santo más generoso puede parecernos un egoísta en nuestros términos. El Santo practica un conocimiento práctico que no pertenece a nuestro “mundo” - (fíjense que la palabra “Santo” sí pertenece a nuestro mundo) - , puede ser confundido por un mendigo, por cualquier cosas, opta, vive “fuera” de “nuestro” “mundo”, más allá de lo que alcanza nuestro lenguaje. Vive inmerso en la más real posibilidad del mundo, y, cuando lo sospechamos, nos mira con ojos que ya no son de humano.
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Sin embargo no he dado la respuesta definitiva ¿Podemos irnos?: No, no podemos irnos. Satán va a estar encadenado por mil y pico de años, estamos encadenados, se necesita de nuestra energía. Uno que podía irse no se fue, prefirió morir crucificado, después el ente de su ser se fue, se elevó y después se dijo que regresaría. En la India se decía que lo mejor era entregar el atman (el ente del ser) a Brama (Dios); por supuesto. El ente (el individuo) que entrega su atman a Brama se hace hijo de Dios, entrega a Dios lo más sagrado que se puede poseer. El Cristianismo surgió por el seguimiento fiel de una antigua receta.
El hecho es el siguiente: los entes de lo seres son fuerzas que hacen parte del planeta y en algunos casos quizás de más. Los entes de los seres pueden darse a través de entes portadores de ser. El ser en el ente sólo puede ser activado fuera de este “mundo”, es decir: es facultad verdadera del mundo. Los entes de los seres son mucho más potentes que los entes portadores del ser, pero el ente que porta al ser es muy potente ya que carga a un ente puro en sí (energía-materia) y por ello, mientras vive se hace esclavo de lo que debe ser porque descubre que no hay otra manera (de todas formas es una esclavitud nada dura porque consiste, el estar sujeto, en el más puro placer). Este último punto es definitivo. Sólo se puede ser libre para errar, y, si hay libertad, ésta no será nuestra; no se trata de libertad, se trata de consagración; así como la consagración del huevo consiste en la rotura del cascarón ¿Conservaremos la conciencia? ¿Vale la pena conservar la conciencia del aquí – (en el caso de que estemos planeando una fuga)?
¿No es muy poca la conciencia que se puede obtener del aquí? El aquí en sus propios términos es un aburrimiento: dormir, follar y ganar dinero; y calarse a todos los estúpidos que creen en lo mismo (y admirar a quienes realmente lo disfrutan). Pero, el aquí fuera de sus propios términos y visto desde el mundo como facultad de ser, es decir, entendido energéticamente o con ojos espirituales, es una cosa tan interesantísima que se hace imposible todo aburrimiento. Implica que el ojo espiritual se ve obligado a reconocer la conciencia de un ser de configuración distinta a la humana y a lo humano posible, que rige actualmente el mundo en varias dimensiones y que sobre él ha dejado su forma. Y a reconocer, por lo tanto, la existencia de una Inteligencia que hace parte del mundo, que quizá hace el mundo, que quizás sea el mundo mismo en su más amplio aspecto y que sea algo tan enorme que todo lo posiblemente humano proyectable sobre el mundo apenas le haga rosquillitas. (Una Inteligencia que vio o intuyó debido a su tipo muy particular de sensibilidad Anaxágoras).
No hay nada más grande, grato y quizás pesadillezco para el ser espiritual que el constatar que compartimos este mundo con otros seres de constitución espiritual distinta a la nuestra.
¿Quién puede querer abandonar este mundo cuando aún no ha terminado, y la “cosa” aún no ha empezado?
(Si bien es cierto que aspiramos a un mundo equilibrado y que aún no hemos alcanzado ese equilibrio – por lo tanto perdemos energía y nos hallamos lejos de nuestra posibilidad – no somos capaces de prever las consecuencias de ese equilibrio, de lo que seremos y de lo en lo que nos convertiremos cuando ya no haya fuga de energía en el mundo, todo será multiplicado como por milagro, porque sin fuga de energía producto de un desequilibrio todo se multiplica y lo escrito aquí no será ninguna tontería. Lo sé porque ya lo vi y estaré allí pero no será en esta vida. Yo, esto, no es más que un punto conciente que se mueve sobre la superficie de la Máscara Negra, abarcando los tiempos al mismo tiempo en los que me cabe existir.
En los que siempre me cabe estar aquí.
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