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No llegaba a los 10 años pero pasaba de los 20 hombres. Amparito Pérez no sabe de muñecas ni de principes azules, ella sabe de sobrevivir al único modo que en la sierra pelada se permite. Manos gorditas y mirada ingenua, su cuerpecito sin rasgo alguno de desarrollo pero tan gastado por el uso y el abuso.
Un día llegó a sus manos un recorte de periódico de tierras lejanas, muy lejanas de su realidad, y aunque ella no sabía ni leer ni escribir guardó en su memoria aquella imagen para aferrarse a la idea de q existia un lugar mejor. Imagen que en más de una ocación llegó a usar como escape mientras entre sus piernas se ganaba el sustento diario.
Lupita Velasquez, abraza a su padre mientras le agradece por la nueva muñeca "barbie" q le acaba de regalar. Esta sería la número 24, pero por supuesto para ella cada una es diferente q las demás. Una cama de dos plazas en un cuarto tapizado de conejitos le espera, mientras su madre con un beso en la frente la cubre y le da las buenas noches.
Unicornios, hadas y elfos normalmente recorren los sueños de Lupita, quien al siguiente día los narra mágicamente a sus muñecas durante la reunión del té.
Un día común en la sierra pelada una niña muere ya sin causar asombro. Sus pocas pertenencias se las reparten quienes encontraron el cuerpo y al final solo queda, dentro de su puño, un pedazo de papel arrugado y sucio. En él la foto de una familia en una reunión y debajo de la misma se intenta entender lo siguiente: "Celebrando la 1era. comunión de la niña Lupita Velasquez con sus padres y padrinos. Felicidades". |
Texto agregado el 27-03-2006, y leído por 702
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