Una sensación sin explicación, un sentimiento de temor, desolación y vacío. Un sentimiento que inunda mi ser.
Tus manos acaricir mi cuerpo y tus labios besar mi piel.
Tu suave mirada ansiosa de poseerme; tus susurros llegan con el viento a mis aídos con su silbido tan penetrante y ligero dejando el rastro de una palabra tal vez necesaria.
Un sentimiento de desolación y unas palabras de temor.
La ansiedad de verte y la necesidad de tenerte.
Mi cuerpo cemento fresco tallado por tus manos. Cada uno de sus dedos delinean mi rostro.
Mis labios la rosa roja que se abre para ser poseída por el indefenso y extraño cuerpo seductor que necesita de su más dulce néctar para sobrevivir.
Mis ojos el espejo que refleja la luz del susurro del viento trallendo palabras causantes de temor.

Y mi corazón, la arena removida por aquel viento, inmune tal vez a las huellas del cemento y mi alma desolada, desmembrando una a una sus hojas en el pleno otoño.

Y tu, tu el rocío sobre las hojas secas, la palabra necesaria, la mirada ansiosa, el tallaje del cemento, el cuerpo extraño seductor; tú el viento, la necesidad, las caricias; tú, todo tu.