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Algo han de querer esos grillos que no dejan de cantar. Pero tú ni les hagas caso. Sigue pensando en lo que te dije, Jimena. No es que te apresure, pero has de estar incomoda así como estás. ¿ Apoco no viviríamos muy felices juntos? Sé que ahorita no me quieres, por algo ha de ser; pero con el tiempo me irías agarrando cariño. Si no soy un monstruo. Así como me ves, humilde y medio loco, sé como tratar a una mujer. Sobre todo a una tan bonita. Mira nada mas que piernas tienes; redonditas y duras como piedra, del color de la leche. No te asustes, sólo te estoy acariciando. Se nota que no me tienes confianza. No me pongas esa cara. No llores. ¿ Quieres decirme algo? Haber, espérame. Deja te quito el trapo de la boca.

- Suéltame... por favor... suéltame...
- ¿ Vas a quedarte aquí conmigo?
- Déjame ir, por favor... no me hagas esto.

No Jimena. ¿ Por qué eres terca? Ya te dije que no te voy a soltar hasta que me digas que sí. Pero sigues muy alterada. Mejor te vuelvo a tapar la boca. Eso. No es que no me guste escuchar tu voz. Al contrario. Lo que pasa es que estás gritando mucho y puede que alguien te oiga. Lo dudo, porque este barrio está muy solo. Pero por si las dudas. ¿ Qué tal si viene la policía o esos señores de blanco? Luego te llevan a esos cuartos fríos y oscuros donde te tratan como animal. Mejor ni buscarle. Ahí te la pasas muy mal. Te lo digo por experiencia.

Los grillos siguen cantando. Han de estar peleándose por algo. Como nosotros Jimena. Aunque no sé por qué lo hacemos. Yo lo que quiero es hacerte feliz. Pero tú no me dejas. Siempre ha sido así. Desde que te conocí lo único que me has mostrado es indiferencia. A lo mejor ni te acuerdas del día en que te compré unas flores y te las llevé hasta tú salón de clases. Todos los que estaban ahí se rieron, hasta la maestra. Pero eso no me importó. Lo que me dolió es que tú también te rieras de mí. ¿ Por qué lo hiciste Jimena? Eran unos claveles muy bonitos. Ni siquiera quisiste quedártelos. Ese día me decepcioné de ti.

Pero con todo te seguí queriendo. Te estuve vigilando sin que te enteraras. Cada día te ponías más bella. De verdad. Te fuiste haciendo mujer. Te salió carne donde antes no había nada. Como aquí en el pecho. ¿ Te molesta si te toco? Se siente calientito, como cuando pones la mano bajo el sol. Pero te decía: lo malo fue que con eso otros se fueron fijando en ti. Ya no sólo yo estaba rogando por que le hicieras caso. Fue entonces cuando apareció el tal Juan. Desde el principio me dio mala espina. ¿ Y ahora por qué lloras más fuerte? No me digas que lo extrañas. Porque va a pasar un tiempo antes de que puedas verlo otra vez.


¿ Quieres hablar de nuevo? Está bien:

- No tenías que hacerlo.
- Tienes razón Jimena. No había necesidad. Pero tú viste que él empezó a insultarme. Me gritó ¡ vete loco, vete! Y a mí nunca me ha gustado que me digan así.

- ¡ Pero por qué! ¿ Él qué te hizo ?
- ¿ Qué no te diste cuenta? Ese Juan sólo quería aprovecharse de ti. Quería quitarte lo virgen y eso yo no lo iba a permitir.

¿ Por qué te ríes? No sabes cuánto me molesta que hagas eso. Ahora si te voy a poner el trapo y no te lo voy a quitar hasta mañana. Ni te quejes. Es lo que ganas por ofenderme. A estas alturas ya deberías de saber que el que manda aquí soy yo. Estás a mi capricho. Si quiero te dejo vivir y si no te mato. Pero ni creas que te voy a dar ese gusto.

¿ Sabes qué me decidió a llevarte hasta acá? Por casualidad me encontré el otro día una carta que tú le enviaste. Estaba tirada en medio del patio de la escuela. Deja te la enseño:
Octubre 31

hola mi Juan eres lo mejor que tengo porque aparte de ser mi novio eres mi mejor amigo y mi soporte en esta vida de locos y estoy segura que también en la que vendrá por eso creo que me derrumbaría si no estas a mi lado por que contigo me siento bien y siento que ya nada ni nadie puede hacerme daño espero que seamos novios por mucho tiempo más y no sé tal vez hasta casarnos seria muy hermoso vivir contigo mi amorcito y tener dos hijitos o tal vez más

bueno mi vida me despido y te mando muchos besos te quiere: tu Jimena.

Cuando terminé de leerla sentí como la sangre se me revolvía. Fui a donde se reunían ustedes los viernes, allá por la plaza. Estaban tomados de la mano. Le dije a Juan que te soltara, que quería hablar contigo. Pero me ignoró como si yo fuera una piedra. Le insistí, y fue entonces cuándo empezó a gritarme ¡loco! ¡ loco ! ¡ loco ! Una y otra vez. Hasta que me desesperé. No pude resistirme... Así llegamos hasta este momento Jimena. En el que los grillos siguen cantando. No creo que te queden ganas de verlo otra vez. Pero si quieres te lo enseño. Está aqui junto. ¿ O te esperas hasta mañana ?






Texto agregado el 06-12-2003, y leído por 1805 visitantes. (7 votos)


Lectores Opinan
01-09-2004 que buen cuento!!! te felciito, atrapas desde el primer momento....uf! la obsesión por un amor...la locura, muy bien manejado, nuevamente mis felicitaciones para ti. arianna
31-12-2003 Es un historia de amor muy hermosa, encomiable, diría. Me fascina este tipo de finales felices. Hasta Siempre. sarnahuixtli
25-12-2003 Muy bueno, hay cierto erotismo macabro y te conmueve por dentro. Es de lo mejor que he leído. superalfa
08-12-2003 Ahora si ***** y bien merecidas! Bjork
07-12-2003 La obsesión es tan perenne como la mala hierva, conduce a la locura mas extrema... me gusta la fluidez de tu escrito, atrapas y gustas. en mi humilde opinión le cambiaria el final, tal vez no entraría en tanto detalle de lo que paso, un poco de puntos suspensivos, es solo una sugerencia perfectamente rechazable. Gracias por la invitación valió la lena parar por tus letras!!!! Te dejo estrellas bien merecidas! Bjork
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