A esta ciudad poco conocida
por el poeta errante,
paso casi desapercibido
en medio de la noche y la tarde,
del dia y sus lágrimas
que asoman regocijos
por el balcón que da al viaducto.

A ésta ciudad Señora,
de pintas tornasoles
agradezco el espacio
para pies cansados
y noctámbulos en sus parques.

Mañana el firmamento
me dejará ver
las estrellas esquivas
de las noches pereiranas.

Salud y buena suerte.