Me he levantado temprano,
Justo a la hora en que mi hijo,
Regresa de sus andares nocturnos,
Cambiamos dos palabras,
entre mi mate recién comenzado,
y su último vaso de agua.
Es temprano, muy temprano
Lo suficiente como para no
Poder encontrar el diario hoy,
He esperado mirando el patio.
En el brumoso amanecer porteño,
A que las noticias arribaran,
Me he detenido a ver mi patio,
Observando los pinos asoleados,
Admirando jazmines que brotan,
Y al níspero renovar sus hojas,
He hundido mis dos manos
En la tierra de la albahaca,
En la salvia y en los cebollines
Me he llevados sus perfumes.
Luego, en la calle, caminando,
En busca de las noticias del diario,
Veo dando círculos sin sentido
Al flaco vagabundo rubio, ojeroso,
Que puebla las calles de Caballito
Con su barba desalineada,
Sus pantalones raidos,
Su cigarrillo apagado,
Su cama de cartones húmedos.
Lo he visto murmurando palabras,
Que nadie comprende ni oye,
Lo he visto en la calle,
A la vista de todos, al alcance de todos,
Luego he vuelto a mi casa,
A mi mate, a mi mesa, a mi patio,
A leer el diario como todos los días,
Y no he encontrado una sola línea,
Que hable del rubio harapiento
Ni de sus cartones, ni de su barba,
Ni de los otros miles de rubios,
Morochos, flacos, gordos, altos,
Bajos, hombres, mujeres, niños,
Que hoy tienen por techo estrellas,
Por paredes trapos y cartones,
Por inefable amiga el hambre,
La soledad por todo consuelo.
No he encontrado una sola línea
Entre todas las noticias del diario,
Pero si he leído que la diva fulana de tal,
Saco anoche su perrito a pasear,
Que su amante de turno ha dejado de estar,
Que el dólar no sube y la bolsa no baja,
Que el jueves se estrena en los cines del centro
Una nueva historia de un tal Superman.
Las noticias del diario, realmente,
Yo no se para que están.
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