Rabia emaparafinada, ardiendo de bajo el frío sol, el frío sol bajo tu crueldad, el frío sol de tus desidias. Ingrato amor. Mas soy incapaz de odiarte. Ingrato amor, sin embargo mi deseo por ti aún no se ha desviado. Obsesión. Al recordar tu rostro, diciéndome tal traición. Silencio. El que mantuve mientras me hablabas. Rabia. La que arde bajo el frío sol que es tu mirada. Tu mirada, quien es mi más gran tesoro. Tu mirada, la que aún no he olvidado cuando me lo dijiste.
Quisiera morir, mas la desesperanza me mantiene con vida. Tristeza, al ver que me ignoraste. Quiera morir; Pasaste sobre mí como si fuera una piedra en el camino. Me miraste, como si no fuera nada más que aire. Aire yo, transparente como una ventana; celofán transparente sin importancia. Brisa débil que ni siquiera es capaz de mover un solo cabello tuyo.
Silencio. El que mantuve mientras me hablabas. Sonrisa. La que forcé a nacer y a morir sin deseo, como aborto de mis alegrías. Mataste mis alegrías, mi alegría fue vomitada por mi lengua al hablarte de lo que alegraba por ti. Dignidad. La que conservaré si conservo aún el silencio de no decirte la verdad a la cara. La dignidad es lo único que me queda.
¿De qué sirve la dignidad si no tienes más que ella? Me siento como un caballero defendiéndose de las estocadas del rencor con un fino escudo de papel. Me siento débil, enclenque. Me siento solo, vacío, como lo que queda de un a manzana al ser devorado por avispas. Soy sólo una cáscara con apariencia feliz, una burda imitación de lo que una vez pude ser. Te amo sin esperanzas. Te amo con un deseo marchito. Te amo sólo con la idea de que jamás me pertenecerás. Te amo porque sólo deseo que seas feliz... aunque no sea conmigo. Te odio, porque me haces sufrir hasta la muerte. Muero sin morir, vivo sin sentir vida. Mis agónicos brazos desean tu presencia con desesperación. Mi corazón muerto, pero no seco te quiere. A mis ojos le urgen tu silueta, sin embargo, la luz de tu sombrío sol sólo me trae oscuridad, oscuridad que ilumina a mi moribundo deseo.
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