PARA PUCHINI, LASTIMA QUE NO SEPA LEER
Hay un ser para el cual la devoción y el afecto no tienen ni límites ni limitaciones.
Te recibe con una alegría desmesurada, danza y balancea su cuerpo como señal de felicidad, sale a mi encuentro y empieza por toda la casa un verdadero carnaval de regocijo desmesurado por volver a verme y eso que solamente salí esta mañana y regreso a almorzar.
Su cuerpo late de júbilo, sus hermosos ojos negros parecen brillar y hacerse más vivaces, su pelo blanco como la nieve, se mece airoso al aire porque ha llegado su amigo, es la fiesta de la sinceridad sin la hipocresía del mundanal escenario humano, de este mundo de apariencias, lentejuelas, de esa patria de lambones personajes que escalan altas posiciones haciendo harina a los demás, de esa feria de vanidades e hipocresías, donde desde los televisores te enseñan casi desde la cuna a exhibir tu cuerpo como una mercancía, a traicionar, a confundir valor con precio y a ser más postizo que la belleza de ciertas damas..
Aunque no habla te expresa perfectamente con hechos ¡qué alegría de volver a verte hermano!
Siempre te acompaña en la buena y en la mala, no tiene alma de político no te deja si te abandona la fortuna o el poder, para él eres lo más importante, así seas el presidente de la nación, el más poderoso hombre de negocios, en realidad le daría lo mismo si fueras un mendigo y gustoso aguantaría hambre a tu lado y no te cambiaría por otra persona para ascender de posición, es igual contigo en la fortuna, pero si por esos avatares del destino te toca conocer el duro pavimento con todas las tristezas que trae la miseria, hará lo que no hace tu familia, ni los hijos ni los amigos, estará siempre a tu lado de manera incondicional.
Es un amigo que no guarda rencores, que no alarga los problemas, si con un gruñido basta para solucionar el conflicto, la palabra amistad y amor, no son monedas falsas, es la lealtad en su máxima expresión.
Como habrá adivinado ya querido lector no estoy hablando del ser humano, que cada vez se parece más al Fausto de la obra de Goethe, estoy hablando del perro, que tanto tiene que enseñarnos a los humanos, son los grandes maestros en el acto de vivir, Puchini por ejemplo cuando sale en el carro saca airoso su cabeza por la ventanillas para que la golpee el viento y goza de este placer elemental que yo había olvidado, en los días calurosos le encanta rodar por el pasto, dar vueltas canelas, en la casa suele acostarse a mis pies y vigilar el sueño de todos debajo de la cama, le da vuelta a mis hijas y si una de ellas llora permanece sentado a su lado solidario, como diciéndole con su presencia silenciosa aquí estoy acompañándote en tu abatimiento, si estoy leyendo el periódico no permite que nadie venga a interrumpirme, le encanta las largas caminatas y viene con la lengua afuera a beber mucho líquido, se alimenta con gusto y entusiasmo, come solo lo necesario, no cae en el pecado de la gula, ni se preocupa por la figura o por sus niveles de colesterol, corre, brinca y juega todos los días, duerme tranquilo, sin pesos de conciencia que lo atormenten, vino a este mundo a gozarse la existencia, es un verdadero filósofo del buen vivir y creo que él al contrario de nosotros los humanos, logró la máxima conquista que el hombre no ha podido alcanzar, el derecho a la felicidad, definitivamente los perros como Puchini, que en estos momentos está jugando escondidijo con mi hija a la cual descubre en el closet por el olor y ha empezado a ladrar, nos dan hermosas enseñanzas de lealtad, de ética, de fidelidad, de amor, de desprendimiento, de nobleza sin límites, con razón la manida frase de algún filósofo “entre más conozco a los humanos más quiero a mi perro”.
El homo sapiens, ese guerrero incansable, sediento de gloria siempre asociada a la sangre y al terrorismo, que a lo largo de la historia se ha metido en la más estúpida de las acciones por la soberbia, por el ansia de poder y riquezas que lo ha convertido en el homo demens, o mejor homo brutus, que impone a sangre y fuego mediante la guerra, la religión, lo que erróneamente cree que es la civilización, debería detenerse un momento para observar el comportamiento del perro, si existe el cielo, me imagino a Dios rodeado de estos nobles compañeros, porque estoy convencido a lo largo de la historia se han hechos más gratos a sus ojos que el mismo hombre.
Hoy iniciando un nuevo milenio, escuchaba de labios de una anciana aterrada ante tanta violencia, guerras, salvajismo y descomposición que Dios nos ha abandonado, no me extrañaría y a lo mejor es cierto, hasta me atrevería a lanzar esta idea que cada día para mí cobra mayor fuerza después de conocer a Puchini, el perro de mi hija Valentina, un hermoso ejemplar de raza mediana de hermosa pelaje blanca, sin embargo no es racista, se junta tranquilamente con Betoven el perro negro del lado y con el perro amarillo del frente, seguramente Dios abandonó al hombre, entendió después de enviar a su hijo para que diera la vida por los humanos, para redimirlos del pecado, que había sido un desperdicio observando las guerras y tanta sangre que ha corrido invocando su santo nombre, un poco tarde entendió que estaba perdiendo el tiempo, a lo mejor se consiguió un perro, quedamos por eso abandonados “a la buena de Dios”, no se me haría raro que después de conocer a los perros el todopoderoso que es supremamente sabio entendiera que no valía la pena seguir botando corriente con los humanos, porque definitivamente son mil veces-que digo millones de veces-mejores estos nobles animales.
Además los perros nos dan otra lección fundamental, nos enseñan en esta sociedad Light, de tantos culos y tetas postizas, de mujeres con antenas, de tantos hombres tan maleables y falsos, a no aparentar ser, lo que realmente no se es.
William H Ramírez P
2006
|