Toca mis cuerdas, ven... sólo nos queda esta música en el aire del impiadoso silencio-enredadera. Toca mis manos para quitar los húmedos paréntesis que nos confinan a bermellones huecos. Toca mis miedos, ven que se han manchado de tu brisa y una resaca dulce desbroza el horizonte. Toca mi voz rota-amarrada-sutura en vendavales de proféticos rumores bajo el río. Sólo un retrato amarillo nos acusa (fiel parapeto traicionero del impulso) hasta violarnos el lenguaje fatal que nos trasciende. © Silsh
Texto agregado el 05-12-2003, y leído por 212 visitantes. (2 votos)